Iliana Pérez tiene 38 años, pero un mundo de sueños por cumplir junto a su hija y su esposo, un ciudadano italiano que, sin saberlo, trajo con él en su ultimo viaje a Cuba la infección que terminaría por llevarlos a ambos al hospital: el coronavirus había tocado a su puerta.
Ahora la pesadilla ha pasado, pero desde su hogar en el poblado de Guayacán, sigue sintiendo miedo, mucho miedo. Nunca imaginó que pasaría por una situación tan difícil. Llora y se deprime, y solo piensa en su hija, en su familia, y en todos los que pudo haber contagiado cuando aún no sabia que estaba infectada.
«Pido perdón a todos los que salude y a todos los que toqué cuando aún no sabia que estaba infectada con esta enfermedad. No dejó de sentir culpa por haber corrido el riesgo de contagiar a otras personas… por haberme confiado», confesó Iliana en entrevista con nuestra redacción.
Hace solo unas semanas su felicidad era plena. No había en ella nada que le indicara riesgos, ni siquiera la llegada de su esposo que venía de Italia, con una situación catastrófica por la Covid-19, pero no tenía síntomas y no creía que le tocara.
Pero días después todo cambió. Comenzaron los síntomas de su esposo, le hicieron el examen y dio positivo. A ella la ingresaron como sospechosa y cuando le confirmaron que tenía el virus se le fue el mundo encima. Lloraba desconsoladamente. No veía salida y pensaba que había llegado su fin.
De Las Tunas la trasladaron hacia Holguín, donde estuvo ingresada hasta el pasado 7 de abril en el Hospital Militar de esa provincia. Ella fue la primera tunera en dar positivo al coronavirus… y dice que eso siempre estará en su pensamiento.
No deja de tener miedo y no solo por ella, sino por los demás, por quienes se relacionaron con ellos, por su familia, por todos, porque no quiere que nadie pase por lo que ella está pasando.
“Quiero de esta manera aconsejar a todos. Esto es una pesadilla, es un dolor constante en el alma. No puedo dejar de llorar, y aunque sea fuerte a veces mis fuerzas flaquean. Aprendan a valorar sus vidas y tomen todas las medidas aunque sean extremas, porque esto no es un juego y a cualquiera le puede tocar. Háganlo por ustedes, por su familia, por los demás, para que no vivan lo que mi esposo y yo en estos momentos», comentó vía telefónica a nuestro periodista.
«De corazón y con el alma les digo: quédense en casa. Es la única forma de sentirme tranquila y tener fuerzas para seguir adelante”, terminó aconsejándonos… y desde aquí sabemos que para Iliana y su familia todo pasará y llegará el momento, igual que para todo el mundo, que la vida vuelva a ser como siempre.
Ahora debe estar 14 días más sin salir, ellos dos solos, sin visitas de nadie, pero esperando con ansias el día no lejano en que pueda abrazar y besar a su pequeña, a su familia, y gritar otra vez, gracias a Dios, a los médicos, a la vida.



