Cada día, a las 11: 00 AM, no son pocos los cubanos que se sientan frente al televisor para informarse sobre el comportamiento de la COVID-19 en Cuba a través de los partes que se actualizan en ese horario.
En la mayoría de los casos, en este espacio aparece un rostro que, a medida que ha ido avanzando la enfermedad en el país, se ha vuelto cada vez más conocido; es el del Dr. Francisco Durán, director nacional de Epidemiología en el ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP).
Al buscar algún dato profesional sobre el Dr. Durán en Google, no aparece, a simple vista, ninguna biografía de él, por lo que muy pocos cubanos conocían a este médico antes de ser designado, junto a José Raúl de Armas, como comisionados para informar a la población sobre el impacto de la pandemia.
Muchos los ven como ese casquillo que puede desecharse después que acabe la guerra, aunque a veces a tratado de salirse de su papel de comunicador de la realidad en torno a la pandemia y ha sacado su lado más humanos. Así, en una ocasión, hace solo pocos días, confesó ante las camaras que su esposa y familia estaban muy preocupados por él cada vez que salía de casa; incluso dejó ver su padecimiento de hipertensión, poniéndose como parte del grupo de riesgo ante el contagio.
La pasada semana, el Dr. Durán se molestó cuando le formularon algunas preguntas “mal intencionadas” sobre los hospitales reservados para dirigentes y extranjeros. Al día siguiente, cambiaron al moderador, y, desde entonces, las preguntas y respuestas, resuenan más agradables y sencillas para sus respuestas.
Se ha confesado como un cubano de a pie, sabedor de los desafíos de la sobrevivencia cotidiana y, al menos con su rostro, ha lamentado la imposibilidad de no poder acabar de una vez y por todas con fenómenos tan contaminantes como las mortíferas colas.
Si bien es cierto que en ocasiones el Dr. Durán puede que se haya equivocado al expresar algún determinado criterio, cabe recordar que se trata de un médico que de un día para otro ha tenido que asumir la responsabilidad de hablar para todo un país en medio de una situación epidemiológica muy compleja. Sin embargo, para los cubanos el Dr. Durán se ha convertido en una especie de talismán que trae calma en medio de la pandemia.


