Las localidades santiagueras de San Pedrito y el Distrito José Martí registraron este fin de semana un brote masivo de intoxicaciones por la contaminación de agua potable para su consumición con residuos albañales.
El policlínico encargado decretó alerta epidemiológica en la tarde del viernes debido a la súbita entrada de decenas de pacientes (incluyendo a niños, embarazadas y ancianos) con presencia de vómitos, diarreas, fiebre, deshidratación, náuseas y erupciones en la piel.
Pese a que el reportero oficialista Anolvis Cuscó Tarradel informó desde su perfil personal de Facebook que fueron 16 personas las que padecieron diarreas agudas y otras 70 llegaron con otras manifestaciones, medios de prensa independientes han corroborado que han sido muchas más las que han colapsado los cuerpos de guardia de los hospitales de la ciudad de Santiago de Cuba por casos similares.
Debido a la situación, el sistema sanitario municipal declaró estado de emergencia y su personal fue puesto en tarea de pesquisar activamente por más casos, ya que en la zona afectada residen unas 50.000 familias.
Encima, el policlínico local amaneció clausurado este lunes porque su cisterna también se contaminó.
La familia de Georgina Estupiñan y Ricardo Liranza, matrimonio con 2 hijas pequeñas y al cuidado de 2 ancianos, se encuentra enteramente ingresada en distintas entidades por «trastornos gástricos y laceraciones cutáneas».
Sin embargo, Liranza aseguró que muchos pacientes con malestares fueron enviados a sus hogares porque en los hospitales no solo no hay espacio para asistirlos, sino que tampoco hay medicamentos.
La magnitud del brote no captó la atención de la prensa estatal y ningún reportaje se publicó al respecto. Los vecinos y los doctores fueron los que avisaron a los no afectados de no consumir el agua que llega a las viviendas a través de la red de distribución (en una ciudad donde el suministro es deficitario).
Mientras, Cuscó Tarradel solo comunicó que la contaminación ocurrió el jueves por la tarde cuando se pretendía «resolver una obstrucción localizada en la Avenida de Las Américas, Ampliación del Bloque B frente a Micro 9 del Distrito José Martí, al dañarse, con una excavación, la tubería principal de abasto de agua, de 200mm de diámetro».
La empresa Aguas Santiago confirmó que 11 circunscripciones del Consejo Popular Centro Sur (Centro Urbano José Martí) fueron afectadas por la situación.
Una funcionaria de la entidad contó que cuando se llevaba a cabo la excavación, se produjo una avería que condujo al entrecruzamiento de las aguas del alcantarillado con la de consumo poblacional.
La Dirección Provincial de Higiene y Epidemiologia suspendió el suministro de agua en la ciudad al mediodía del domingo para hiperclorar los tanques y limpiar las redes de conducción, a pesar de que la empresa encargada del abasto de este líquido anunció que el problema se había resultó en la noche del sábado 27 de noviembre.
Aunque este escenario parezca transitar hacia un estado de control, la situación de insalubridad que viven los habitantes de Santiago de Cuba ha sido insostenible por años.
En localidades como Micro 9 ya es común tener excrementos y desechos albañales a la vista en las vías públicas. En San Pedrito hace poco se rehabilitaron los conductos hidráulicos, pero no se construyó un sistema de alcantarillado, así que los residentes están obligados a evacuar los desechos en los patios de sus viviendas.
Vecinos de estas zonas se han quejado de las constantes tupiciones de fosas y tragantes durante años.
El diario estatal provincial Sierra Maestra reportó sobre la realización de los arreglos que causaron este problema, pero se limitó a publicar fotografías y a alegar que estas acciones «redundarán en la aspiración de lograr una ciudad cada vez más bella, ordenada, higiénica y disciplinada, como nos pidió el general de Ejército Raúl Castro Ruz».
Mientras, en poblados como Palma Soriano se continúa consumiendo el agua del Río Cauto, donde mismo se higienizan tractores y animales y donde vaquerías y cochiqueras vierten sus residuales.
Los habitantes de la mayoría de los municipios (incluyendo el principal) se ven forzados a almacenar el agua de lluvia con sistemas rudimentarios para enfrentar el insuficiente abasto.


