Los confinamientos obligatorios en las zonas rojas en el país han limitado (y casi que censurado) las posibilidades de compra de alimentos y productos de primera necesidad para los vecinos aislados, los que tienen que depender de los pobres módulos de artículos que les expende el Gobierno.
Los habitantes del barrio de Viento Negro (Sancti Spíritus) se han visto en el dilema de respetar el confinamiento por habitar dentro de un área infestada de coronavirus o comprar las papas, las que llegaron al agromercado el mismo día de declarada la cuarentena.
Esta provincia, la tercera más afectada del país por la pandemia de coronavirus, está viviendo una «revoltura interna», pues sus vecinos se han visto obligados a operar a la sombra de las autoridades territoriales.
Genaro, un jubilado residente en el reparto Kilo 12, aseguró que existen cientos de recovecos en la ciudad ideales para esconderse y burlar los cercos policiales, y que todos prefieren moverse por la cima de la ciudad, de azotea en azotea. Alegó que no es cuestión de ir en contra de las autoridades, sino hacer lo posible por sobrevivir en medio de la profunda crisis económica y de escasez general.
Otro vecino, Yantiel, explicó que la mayoría de los designados por núcleo para violar el cerco trazaron su ruta de escape antes de que acordornaran todas las esquinas.
Expresó que para él resultaba fácil optar por este plan, dado que su casa tiene techo de placa, por lo que llegaba a una cuadra no acordonada con solo saltar par de veces.
Los espirituanos no dudan cuando se trata de una disyuntiva que involucra papas, un tubérculo altamente demandado, racionado y que solo se vende en una determinada época del año.
Yantiel también ha tenido suerte porque en su zona todavía se puede transitar por las calles de forma interna, pero hay otras áreas que ni eso se permite hacer. Los vendedores de los puntos de venta del Estado nunca cuestionan la procedencia de los compradores, porque todos conocen que cualquiera podría caer del techo en cualquier momento.
El hotel del PCC, privilegiado en gestiones de abastecimiento, y la vivienda de Deivy Pérez Martín, la primera secretaria del Partido, se localizan en la calle Tamarindo. Los vecinos sienten que gozan de cierto privilegio, pero sin creerse mucho.
Una ama de casa, que ve el trasiego en «el hotelito del Partido» desde su cocina, dice que les vendieron refresco de limón que estaba malísimo, pero sirve aunque sea como para sustituir el vinagre, aunque sí saben que les llegan mejores productos que a otras partes de la ciudad.
Son varios los factores que influyen en las diferencias de suministro en las distintas zonas de Sancti Spíritus.
Minerva, vecina de la zona, comenta que les tratan mucho mejor, teniendo en cuenta que en la calle Paz apedrearon a un policía la semana pasada porque el hambre es tanta que tienen que salir a comprar, no importa lo que imponga un policía.


