Una publicación reciente de Diario de Cuba reporta el caso de dos niños cubanos en el poblado de Caibarién, Villa Clara, que se dedican a cazar y desollar alcatraces que luego venden para sobrevivir.
Según la información brindada, uno de los hermanos es quien los caza y entre ambos les quitan las plumas y la piel a las aves, que luego venden en 70 pesos en el vecindario.
Emilio y Josué, de 15 años, son quienes mantienen su hogar y a su madre con todo tipo de actividades, ya sean ilegales o no. La Escuela la abandonaron y ahora se dedican a “luchar”, como se le dice en Cuba a todas las formas que se emplean para intentar conseguir algo de dinero por los medios que aparezcan.
“¿De qué vamos a vivir?”, dijo Emilio a Diario de Cuba. “Mi papá se fue con una querindanga y mi mamá no pincha”.
Amparado por la ley 129 de 2020, en Cuba se prohíbe el uso de artes de pesca para esta actividad o la caza de animales protegidos, no obstante, no son pocos los cubanos que, en medio de la necesidad en que viven, se se lanzan a estas prácticas incluso a costa de ser multados o ir a la cárcel.
Otra de las prácticas que se realizan en Cuba es la pesca de clarias, las cuales fueron introducidas en el país para su cría, con el objetivo de aumentar el consumo de carne y proteínas. Los ciclones rompieron las barreras de los primeros criaderos y el animal se propagó rápidamente por ríos y lagunas, devorando a su paso la fauna fluvial. Hoy día, es uno de las principales amenazas a la biodiversidad en el país.


