Este miércoles muy cerca de las puertas del hotel Deauville, a pocos metros del malecón de La Habana, más de 30 personas se golpeaban, estas no eran turistas ni llevan maletas, eran cubanos en una de las tantas colas que se hacen diariamente.
Estaban cargados con cajas y jabas repletas de botellas de cerveza vacías, haciendo cola para comprar combos de alimentos y bebidas con un costo de 5.000 pesos cada uno.
Los lotes que estaba ofertando el establecimiento eran dos paquetes de galletas dulces, dos botellas de vino, un kilogramo de queso, uno de jamón, un paquete de café, una tina de helado y una caja de cervezas.
«No te lo venden por separado, obligatoriamente hay que comprarlo todo», exigía uno de los dependientes, indicando que si no llevaban botellas vacías para las cervezas, tampoco les entregaban el combo.
«La gente sólo piensa en revender y compran lo que sea, marcan como locos y a continuación salen despavoridos a buscar las botellas vacías», cuenta una vecina
El Deauville pertenece al municipio Centro Habana, ubicado en uno de los barrios más pobres de la zona. Fuera del perímetro turístico del casco histórico y distante también de El Vedado. El hotel se encuentra rodeado de casas deterioradas, fachadas con la pintura caída y edificios a punto de derrumbarse.
Este establecimiento un día fue fuente ingresos para los vecinos, cuando aún estaba funcionando, pues allí los vecinos brindaban servicios de taxi privado, guía turístico, venta informal de tabaco y hasta prostitución a los huéspedes.
El hotel estatal no está en su mejor época, pues el turismo en la isla se ha desplomado en los dos años de pandemia, de los 4,2 millones de turistas que visitaron el país en 2019 apenas medio millón vino en 2021. Las cifras son malas si se comparan con las de otros países caribeños, pues ya es temporada alta. Mientras República Dominicana recuperó el 73% de turistas que tenía antes de la pandemia, Cuba solo tuvo el 6,5% de viajeros de 2019.
