Su nombre es Omar Quintero Montes De Oca, pero ahora todos lo conocen como el «pagador de promesas». Salió a pie desde Marianao, La Habana, el 15 de enero, con el objetivo de llegar a su destino final la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en Santiago de Cuba, para cumplir la promesa que hizo por la salud de su hijo, que se encuentra luchando contra el cáncer.
Montes de Oca, de 56 años, va arrastrando un carrito elaborado por él mismo para resguardar una imagen de la patrona de Cuba, este tiene grabada la ruta y el nombre de su hijo, Lázaro Quintero Bermúdez, esta travesía se ha convertido en un fenómeno social.

Este martes el «pagador de promesas» llegó a Ciego de Ávila y ha encontrado mucho apoyo espiritual y material de muchos cubanos que se solidarizan con la causa. En Facebook abundan las imágenes mostrando el peregrinaje de este hombre, y la iglesia de la Catedral de San Eugenio de la Palma, en la provincia avileña, le abrió las puertas para que descansara.
José Alemán Mesa, periodista, informó en su cuenta de Facebook sobre la parada realizada por Montes de Oca en un caserío cercano a la Carretera Central, conocido como La Caridad, donde le rindió homenaje a la estampa de la Virgen de la Caridad que allí se encuentra desde los años 40 del siglo pasado.
«Y llegamos a La Virgen, Guayacanes, Majagua, Ciego de Ávila, lugar bendito que acompaña a este pueblo desde la década de 1940. Omar donó 10.000 pesos para su mantenimiento. La felicidad de Generosa es indescriptible», comentó el reportero, compartiendo imágenes del encuentro.

«Mi hijito era un joven bello y fuerte. Hacía ejercicios hasta que un día comenzó con un dolor. Pensamos que era causado por un mal movimiento. Y cuando le hicieron una placa le encontraron el tumor. Y ahí comenzó todo», explicó el peregrino en una entrevista que realizó al periódico Escambray.
«Me llama constantemente para saber por dónde voy y cómo estoy. Ya tengo 56 años, soy hipertenso y sufro de una hernia discal que ni se ha enterado de mi andar. Mi preparación para enfrentar la travesía es solo psicológica. Las fuerzas están, tanto es así que fumo desde los 14 años y ahora me doy cuenta de que estoy entero. Subí las lomas de Matanzas como si nada. Claro, yo sé que en eso está mucho mi fe», expresó.
«Desde San José me han ayudado mucho. Prometí no dormir en ninguna casa particular, sino a sus afueras, y como tanto mi Virgencita de la Caridad y Yemayá son de agua, solo me puedo bañar en los ríos, aunque tenga que romper el hielo de sus aguas», dijo.
Muchas personas lo han recibido al borde de la Carretera Central. Dándole comida, dinero, ofrendas, y otros para tomarse fotos y decirle que le apoyan.

«Hubo un momento en que sentí que me desmayaba y hasta me subió la presión arterial, eran demasiadas las personas bordeándome y los pitos y música de las motorinas. La cabeza me hizo: ¡boom!», relató.
«No tengo palabras para agradecer. Me dieron demasiadas cosas que no puedo llevar porque el peso de mi carrito me impide la marcha. Compartiré lo que no necesite con los que sí. Quiero al regresar a La Habana, con el dinero que me sobre, comprar juguetes y donarlos a los niños con cáncer. Esto ha sido una hermandad», dijo.
«Voy a llegar. No sé si de rodillas, con las manos, pero lo haré por mi hijo y por todos los enfermos de cáncer del mundo. Hay que vivirlo para saber la crueldad de una enfermedad que puede afectar a cualquier persona».


