Laura Marante y Michael Pérez son dos inmigrantes cubanos que llegaron a Miami hace poco más de una semana y se encuentran pidiendo ayuda a la comunidad para salir de la calle.
Según alegan, no tiene ni familia ni amigos en Miami y en el Departamento de Niños y Familia les dijeron que tienen que esperar varias semanas para poder darles respuesta.
Laura y Michel también acudieron a varias iglesias a buscar ayuda, pero solo un cura les tendió la mano y les pago dos noches en un motel.
“No tenemos nadie que nos ayude. ¿Cómo hacemos? Es muy difícil. Pero si me ponen un avión con todas las comodidades yo me quedo aquí, no regreso a Cuba”, dijo Laura en emotivas declaraciones a Telemundo 51.
Están muy preocupados por las bajas temperaturas que se esperan para este fin de semana. En estos momentos, se encuentran acampados en la avenida 27 del Noroeste y la entrada al 836 en dirección al Este, en espera de que alguien les ayude.
Laura salió de Cuba el 23 de noviembre del 2018 hacia Guyana Francesa con el fin de emigrar hacia Estados Unidos y desde ahí ambos inmigrantes iniciaron su travesía a través de varios países sudamericanos y centroamericanos como Brasil, Argentina, Paraguay, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia.
“Veintipico días en la selva, nos perdimos en la selva. Sin comida ni nada, pero gracias a Dios nos encontramos un campamento de militares abandonados y había sembrado yuca”, relata Laura, quien precisa que permanecieron cinco días en ese lugar, se recuperaron y continuaron su recorrido.
“Yo quiero ser libre y vine aquí pensando que podía encontrar libertad, libre es lo que yo quiero ser libre y sentirme como un ser humano, como en mi país desgraciadamente no pude sentirme”, añadió.
Por su parte, Michel Pérez recordó los peligros que vivieron en México. «Allí hay muchos Coyotes, mucho tráfico, matan a la gente. Allí si no pagan para cruzar el río no pueden pasar”, explicó
A pesar de los riesgos, en la madrugada del 8 de enero decidieron cruzar el río Grande con su perrita, que los ha acompañado en su trayecto desde Brasil.
“Nos fuimos arriesgándonos a todas, la puse a nadar a ella con una cámara de caucho de carro abajo de los brazos y yo me tiré al nado con la perrita”, cuenta Michael sobre el cruce del Río Bravo.
