Entre la contaminación medioambiental y el trabajo que se pasa ya no se puede vivir en Moa. Por eso la gente se va de la ciudad holguinera y las autoridades cubanas se muestran muy preocupadas. No porque les importe mucho que un pueblo de Cuba se quede vacío (mucho ha pasado y sin alarmas), sino porque la industria del níquel necesita mano de obra para seguir funcionando y en 2017 el saldo migratorio de Moa cayó en números rojos.
Según Ahora, el periódico local, en 2019 llegaron a Moa 895 personas y abandonaron la ciudad 2049. Casi todos los que emigran lo hacen hacia La Habana y Matanzas, dos de las provincias cubanas más prósperas y donde se pueden encontrar empleos mejor remunerados y que exijan menos esfuerzo.
La tendencia a perder población se manifiesta desde hace años en Moa, pero en 2019 se duplicó, lo que alarmó a las autoridades.
Aunque los gobiernos a cualquier instancia evitan referirse a las causas del éxodo de los pobladores de Moa, los vecinos de la ciudad expresan que este se debe en primer lugar a la severa contaminación medioambiental y al empeoramiento de las condiciones de vida.
A pesar de su pequeño tamaño, Moa es ya una de las cinco ciudades más contaminadas de Cuba. A eso se le suma que sus calles están en estado precario, sufre problemas de viviendas y es afectada frecuentemente por inundaciones.
Esto último sucede en los terrenos que antaño ocupara la empresa del níquel ECRIN. Como la industria se anegaba, sus directivos decidieron trasladarla para otro lugar.
Fue entonces que el Gobierno del municipio tuvo la brillante idea de convertir las ruinas en viviendas. Ahora sus vecinos viven albergados o pierden propiedades de valor constantemente.
La mayoría de los vecinos de Moa percibe que el municipio se encuentra en peores condiciones que en los años más difíciles del Período Especial y la calidad de vida no hace más que descender. Con justicia se preguntan, en qué se invierte en 1 % que deben aportar al municipio las empresas del níquel.
Los vecinos de Moa tienen que vivir entre los gases ácidos de las industrias (SO3, CO, CO2, etc.), el fino polvo de la minería, el negro hollín de los hornos de reducción o de las presas de colas.
Hy días en que el olor asquea tanto que los moenses dicen: “hoy los gases están revueltos”. El que no es asmático es alérgico y alguno casi siempre tiene tos o le falta el aire, o se le aprieta el pecho.
En las madrugadas, los vientos desaceleran, la atmósfera queda en calma y los gases contaminantes se estancan. Por eso, a las siete de la mañana, Moa huele más a rancio que nunca. Hoy todo el que vive en Moa, según la clasificación médica cubana, pertenece al Grupo Dispersarial 2. En él se ubican personas que sufren factores de riesgo, como la contaminación ambiental.
