El sistema de transporte urbano de la ciudad de La Habana contaba en 1958 con 2.400 autobuses, cuando en el territorio residían 1,5 millones de habitantes; sin embargo, en este mes de enero de 2022 solo cuenta con 400 carros, para 2,2 millones de habaneros.
El comunismo ha logrado que desapareciera toda la mediana prosperidad que un día se gozaba en la isla caribeña. Pese a que el Gobierno conoce perfectamente estas cifras, reconocerlas resulta impensable para la cúpula de poder en Cuba, y por eso la prensa oficialista trata a toda costa de no tener que referirse a ellas; aun cuando el sistema de transporte público sea cada día más evidentemente deficiente.
La Habana contaba con uno de los mejores y más reconocidos servicios de transporte por ómnibus del mundo antes de que el castrismo tomara el poder, con un autobús por cada 625 habitantes. Los ruinosos carros de la actualidad dan para 1 por cada 5.500 residentes; lo que permite concluir que en 1958 habían 700.000 habaneros menos que en 2022, pero 2.000 guaguas más.
A día de hoy, la capital cubana debería contar con 3.500 guaguas en funcionamiento para aplicar la relación guagua-habanero del último año pre-castrista, pero solo hay 400 (el 11% de esa cifra).
Mientras, el resto de los sistemas de trasporte público de apoyo no acompañaron la concepción de este aspecto en la ciudad, pues los planes y adelantos en el establecimiento y mantenimiento de sistemas ferroviarios subterráneos metropolitanos se desecharon en el medio de su implementación.
Leandro Méndez, director de Transporte en La Habana, anunció recientemente que solo 435 de las 878 guaguas con las que cuenta la ciudad, están funcionando; aunque, en realidad, solo 400 están prestando servicios, pues la otra cifra refería a las que estaban «de alta», como reconoció su subalterno Henry Aldama a la prensa oficialista.
Además, La Habana tenía una reputación envidiable en cuanto a transporte público para finales del siglo XIX e inicios del XX, debido a contar con tranvías tirados por caballos desde 1862 (siendo la segunda ciudad de Iberoamérica en hacerlo), y con tranvías eléctricos desde 1900 (siendo una de las primeras del mundo). El primer sistema de ferrocarriles de pasajeros y de carga y el primer automóvil en la región latinoamericana también fueron de La Habana.
La Cooperativa de Ómnibus Aliados (COA) y la compañía Autobuses Modernos (AMSA) eran las dos empresas privadas de autobuses urbanos en la capital cubana de antes de marzo de 1959: COA tenía 1.600 carros de marca General Motors (estadounidenses) y AMSA contaba con 800 Leyland (británicos).
Méndez alegó que la culpa de esta situación es del «bloqueo» estadounidense contra la isla y que los problemas más frecuentes que se sufren son la falta de piezas, la falta de neumáticos y de baterías, de material para reparar ponches y de filtros de aceite. Encima, acotó que debido a la pandemia del coronavirus, el número de pasajeros que se transportan diariamente en la actualidad son menos de la mitad de los que se trasladaban hace 3 años.
Sin embargo, el Gobierno se ha dedicado a pedir limosnas extranjeras en aras de solucionar su problema. La última fue implorada a Japón y en los próximos meses arribará a la capital cubana un donativo de 84 autobuses nipones. La cifra de habaneros transportados crecerá a 592.000 diarios, pero la suerte del millón y medio de habitantes de la capital no parece importarle a los vividores gubernamentales.
COA y AMSA ofrecían un muy eficiente servicio antes de 1959, documentando una frecuencia de entre cuatro y nueve minutos entre un ómnibus y el siguiente en los horarios pico.
Los especialistas del MITRANS dicen actualmente que la necesidad radica en la adquisición de 700 autobuses, 20 rutas diferentes con 30 carros cada una en función de proveer buen servicio en La Habana. Pero el alegato es falso, hacen falta 3.500 y no menos de 40 rutas, y la realidad consiste en que solo hay 16 rutas con muy pocas guaguas, y la frecuencia promedio oscila entre 40 minutos y dos horas entre una y otra.
Gracias a capital donado o prestado, primero con dinero del Kremlin y después de Venezuela, el Gobierno de la isla invirtió cientos de millones de dólares en la importación de ómnibus de Gran Bretaña (Leyland), Checoslovaquia (Skoda), Hungría (Ikarus), China (Yutong), Japón (Hino) y Rusia (PAZ).
Sin embargo, los vehículos cayeron rápidamente en un deterioro seguro debido a que, por ser de nadie, los destrozó la falta de mantenimiento, de piezas de repuesto, maltrato, desorganización, baches en las calles, salarios miserables, exceso de pasajeros, etc., y ni los célebres «camellos», armados artesanalmente, sirvieron para revivir el sector.
Lo peor del caso es que, acorde a reportes independientes, ya existen actualmente grupos de «hombres nuevos», que asaltan ómnibus portando armas de fuego y desvalijan a los pasajeros, como sucedió en una guagua de la ruta A-5 en el Parque de la Fraternidad, en otro carro en la zona de La Cuevita (San Miguel del Padrón), y hasta llegaron unos delincuentes a asaltar una guagua en Alamar, golpear al chofer y dejarlo desnudo en la calle. En fin, que estas cosas no pasaban antes.


