Llegó el Día de Reyes y en Cuba no se podría sentir menos espíritu festivo. Los niños de la isla han esperado con ansias esta jornada durante todo el año para poder recibir un nuevo juguete, pero este 2022 ha llegado con una crisis económica nacional grave y sin rastros de ofertas para suplir los deseos infantiles.
Debido a que los establecimientos comerciales estatales cuentan con una casi nula disponibilidad de algunos juegos de mesa, los vendedores particulares se aprovecharon de la gran demanda para ofrecer mercancías importadas desde México, Panamá o Estados Unidos (a precios exorbitantes).
Esta festividad nunca ha sido de las más conocidas y celebradas en la isla, junto con las Navidades y las Pascuas, pues se consideraba como parte de un pasado burgués que la Revolución pretendía olvidar.
Pero pese a los muchos esfuerzos gubernamentales, las colas para comprar juguetes continuaron siendo kilométricas cada año.
La tradición fue regresando al país en la década del 90, algo que el oficialismo siempre ha criticado, tildándolo de ser una justificación para las más despiadadas prácticas de consumismo.
Marisol, una madre de entre la decena que se aglomeraba este miércoles a las afueras de la juguetería de la habanera calle Obispo, se quejó porque en el local solo habían disponibles unos pañales desechables.
Un hombre en la cola le comentó: «Aquí ya no venden nada. Hoy ha desfilado por aquí media Habana buscando juguetes, y a todos les he dicho lo mismo, vaya a La Casa Pérez, que seguro allí resuelve».
Una de las razones para la evidentemente pobre oferta estatal es el dilema de comercializar en Pesos Cubanos (CUP) algo que fue importado en dólares, pero vender estas mercancías en las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC) de la isla provocaría un rechazo popular de preocupantes magnitudes.
Marisol llegó al parque Fe del Valle (Centro Habana), donde encontró algunos puntos de venta improvisados con una amplia gama de juguetes, confituras, calzado y bisutería en oferta.
La mujer contó: «En ese momento pensé que el cielo se abría, y que podría comprar los regalos a mis hijos e incluso alguno a mi sobrinita», pero entonces vio los elevados precios dispuestos.
Vio que los peluches, pistolas, pelotas, trompos y juegos de cocina (etc) costaban entre 500 y 3.000 CUP.
Molesta, afirmó: «Esto es increíble, una Barbie normalita 1.200, y un Hulk de plástico 2.000. Sigo buscando en las estatales, y si no resuelvo, pues regresaré y veré que hago».
Cuando se llegó a la Plaza Comercial Carlos III (MLC), le explicaron que allí ya no existía una juguetería y le recomendaron: «Te aconsejo que compres con los particulares, porque en las estatales lo vas a tener difícil».
Volvió entonces al parque Fe del Valle y casi que suplicó por una rebaja: «Por favor, hazme una rebaja, que necesito regalos para mis dos niños y mi sobrina». Uno de los comerciantes replicó: «No se queje por los precios, que yo no la mandé a tener tantos hijos y la vida está dura para todos».
Compró, finalmente, 3 bolsas por 500 CUP cada una, con galletas, caramelos y un pequeño juguete. Comentó entonces: «No pensé nunca en mi vida gastar 1.500 pesos por un puñado de chucherías, pero estos son los tiempos que estamos viviendo en este país».
