Tras un año de penurias sanitarias y económicas, decenas de miles de cubanos peregrinaron el jueves hasta el Santuario de San Lázaro para pedir salud y bienestar económico al santo más venerado en la isla.
«Le pedimos que nos bendiga en la salud (…), en el desenvolvimiento espiritual, y nos dé prosperidad y ánimo para seguir luchando y sobreviviendo», dice a la AFP Yoan Alfonso, que llegó con su esposa al santuario del Rincón, como lo conocen los cubanos, por el nombre del poblado donde está ubicado, a unos 30 km de la capital.
Este taxista privado, de 46 años, logró superar el covid, pero todavía tiene secuelas. «Tengo falta de aire y dolor en los huesos (…), pero estoy aquí cumpliendo con el viejito, porque gracias a él estamos vivos», añade.

Por segundo año consecutivo el coronavirus no impidió que cubanos de diferentes edades y credos veneraran a quien los católicos identifican con San Lázaro Obispo y los santeros con Babalú Ayé, pero obligó a las autoridades a oficiar la misa fuera del santuario.
Bajo fuerte presencia policial, la caminata de cinco kilómetros, desde el pueblo de Santiago de las Vegas hasta la pequeña ermita, muchos avanzan vestidos con tejidos de yute o ropa de color morado. Decenas de fieles se martirizan durante el camino, arrastrándose, de rodillas, descalzos, cargando piedras o llevando velas encendidas, ofrendas y flores.
Que no haya más muertos
El viejo Simón se arrastró de espaldas los cinco kilómetros. Durante los últimos 100 metros fue asistido varias veces por miembros de la Cruz Roja. Pagó su promesa, pero terminó extenuado, con contracturas en todo el cuerpo, y debió ser atendido por los médicos.
Una hora después de llegar el templo todavía no podía caminar ni hablar. Llorando, susurró que había hecho la promesa por la salud de su mujer.
Algunos fieles llegan hasta el santuario, visitado por el Papa Juan Pablo II en su histórico viaje en enero de 1998, desde los más recónditos lugares del país.
Lázara Elfe, ama de casa de 53 años, viajó desde la provincia de Camagüey, 530 km al este de La Habana. «Hay que implorarle mucho para que el año que viene todo sea paz y tranquilidad, que mejore la enfermedad (el covid-19) y que no haya tantos muertos como hubo este año», dice la mujer detrás de una mascarilla.
Con sus tres vacunas anticovid, aún no reconocidas por la OMS, Cuba, con 11,2 millones de habitantes, logró controlar y superar el momento más crítico de la pandemia registrado entre julio y septiembre. Acumula 963.885 contagios y 8.313 fallecimientos.
A San Lázaro, representado en un mendigo en harapos y muletas con barba y llagas en su piel, lamidas por dos perros, los creyentes le atribuyen propiedades curativas de males como la lepra, viruela, problemas gástricos, úlceras, gangrenas y amputaciones.

Una mejoría
Este 17 de diciembre los cubanos también pidieron al «Viejo Lázaro», como le llaman cariñosamente, que mejore la situación económica del país, que fue uno de los detonantes de las históricas manifestaciones de julio pasado.
«Hemos tenido un año duro, con falta de alimentos, de medicinas. Entonces también hay que pedirle bienestar económico», dice Sulayma Hernández, que llegó al templo desde la ciudad de Cárdenas, 150 km al este de La Habana.
Cuba vive su peor crisis económica en 27 años, con una caída del PIB de 11% en 2020 debido a la pandemia y el embargo de casi 60 años impuesto por Estados Unidos, reforzado por la administración del republicano Donald Trump con 243 sanciones, que su sucesor, Joe Biden, ha mantenido intactas.
Con un grupo de amigos, el percusionista Alejandro Cárdenas, de 38 años, caminó descalzo unos siete kilómetros para llegar al santuario. «Lo que hace falta es que San Lázaro nos cuide mucho la salud y la economía», dice sonriente.


