Se ha generalizado cierto descontento popular en la capital cubana, sobre todo entre los sectores de más bajos recursos, debido a la grave escasez de café que se vive en la ciudad, una situación que ha llevado a afectar hasta a la cuota racionada del mes de diciembre (pese a constituir la única «garantía» alimenticia que tiene el pueblo cubano).
Las autoridades provinciales justificaron que se había originado este problema debido a que no se cuenta con las materias primas para fabricar los envases en los que se vende el café racionado.
Como ya es habitual, los habaneros no confían en la veracidad de la versión estatal, pues se podría vender a granel (envuelto en papel o en envases llevados por los mismos consumidores), como mismo ocurre con otros alimentos (como el aceite).
Uno de los residentes molestos por la excusa gubernamental, vecino del periférico reparto Mantilla, alegó: «¡De madre!, hasta donde desprecian la inteligencia de los cubanos».
Los bodegueros conocen la misma versión que a sus superiores les fue dada. Los municipios más pobres, como La Lisa, Arroyo Naranjo y Centro Habana, tienen razones para pensar que el Gobierno está ocultando las causas de la situación (si es que, en efecto, se trata de un problema y no de que, simplemente, no quieren darlo).
Una habanera recordó que, «durante un tiempo, los carniceros del barrio no tenían cuchillos y nosotros llevábamos uno de casa para que nos cortaran la cuota de carne».
Consta en la libreta de abastecimiento que cada cubano tiene el derecho de comprar 4 onzas de café al mes de forma subvencionada, lo que en tiempos de mayor prosperidad se complementaba con la venta liberada. Sin embargo, ya solo se comercializa café en tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC), envíos a domicilio con pago desde el extranjero (también en dólares), y en el mercado negro, a precios exorbitantes.
El Gobierno cubano, justamente, acaba de autorizar una prórroga de 6 meses (hasta junio de 2022) para la medida de libre importación de alimentos, medicamentos y productos de aseo, concedida tras las históricas protestas populares del 11J, como forma de enfrentamiento a la escasez e hiperinflación agravada por la estatal Tarea Ordenamiento.
La producción nacional de café se ha estancado desde que el Estado expropió las haciendas cafetaleras y topó sus precios.
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