Muchos son los que sospechan que la reciente y sorpresiva decisión del Gobierno nicaragüense de permitir la libre entrada de ciudadanos cubanos a su territorio sin necesidad de visado, podría significar un chantaje diplomático ideado por Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel para que el estadounidense Joe Biden flexibilice las medidas tomadas con motivo de sancionar a sus regímenes izquierdistas. Algo de lo que sí se tiene certeza es que la disposición nicaragüense provocará una importante crisis migratoria, con constantes y enormes flujos de cubanos hacia la frontera sur de Estados Unidos con México.
El Gobierno de Ortega comunicó oficialmente el pasado 22 de noviembre (fecha del anuncio y de la entrada en vigor de la medida) que la normativa de libre visado respondía a intereses relacionados con el comercio, el turismo «y la relación familiar humanitaria».
Algunos analistas piensan que con esto, el Gobierno cubano se hace de una válvula de escape para las crecientes tensiones políticas que se acumulan en la isla, una estrategia tomada del fallecido Fidel Castro, cuando dio cabida a las Crisis de los Balseros de 1980 y de 1994.
Raúl Duany, académico de la Universidad Internacional de Florida (FIU) en Miami y experto en migración cubana, alegó que «la explicación oficial no es muy convincente. Parece una estratagema para permitir que los cubanos viajen a Estados Unidos. (…) La migración cubana es tan cíclica que hay una crisis cada 15 años. Hay una demanda reprimida en Cuba para viajar y emigrar que no ha sido satisfecha».
Entre los factores que pudieron llevar a esta situación, especialistas han señalado que se hallan los 18 meses de restricciones de viajes por culpa de la pandemia de coronavirus, la suspensión de las operaciones consulares de la Embajada de Estados Unidos en Cuba en 2017, y la gravísima crisis económica que sufre el país especialmente desde la drástica caída del sector turístico (marcada por una inflación casi que sin precedentes y por el uso de monedas extranjeras de limitado acceso para la población de la isla).
El jefe de redacción del medio digital cubano 14 y Medio, Reinaldo Escobar, explicó que, a su criterio, la disposición nicaragüense podría pretender «provocar un aumento de la crisis migratoria en la frontera sur de Estados Unidos y así forzar al gobierno de Joe Biden a abrir un canal de negociaciones con Cuba».
Mientras, el Gobierno de Biden ya se está preparando para recibir a una nueva avalancha de migrantes cubanos en su frontera.
Esta estratagema también toma ejemplo del líder bielorruso Aleksandr Lukashenko, quien ha utilizando a los refugiados sirios e iraquíes que alberga en su país como peones a sacrificar en un intento de presión a la Unión Europea para que retire las sanciones interpuestas contra este Gobierno.
Justamente, altos funcionarios nicaragüenses y bielorrusos comparecieron en el mes de octubre para conversar sobre la solidaridad de los países sometidos a sanciones en el hemisferio occidental.
Pese a que los cubanos que llegan a Estados Unidos (aunque sea de forma irregular) tienen muchas facilidades para obtener la residencia legal permanente en ese país en comparación con otras nacionalidades, solo unos pocos isleños logran probar que son perseguidos en Cuba por motivos políticos, religiosos o de género.
Como reacción rápida ante la medida nicaragüense, la administración Biden-Harris reanudó esta semana el Programa de Protección al Migrante (PMM, más conocido como «Permanece en México»), el que obliga a que los solicitantes de asilo esperen por la resolución de sus casos fuera del territorio estadounidense.
El senador republicano (y cubanoamericano) de la Florida, Marco Rubio, lleva advirtiendo durante meses del inminente éxodo masivo que estaba orquestando el régimen cubano.
Sobre esto, afirmó: «La administración Biden debe responder rápidamente y tomar esto por lo que es: un acto hostil».
Sin embargo, y por el momento, las posibilidades de llegar desde Cuba hasta Nicaragua son muy pocas por la prácticamente inexistente disponibilidad de conexiones aéreas entre ambos países.
La única aerolínea que actualmente ofrece un vuelo semanal a Nicaragua (con escala en Panamá) es la panameña Copa, con precios de más de 1.000 dólares por pasaje; pues desde comenzada la pandemia del coronavirus, los vuelos directos entre Managua y La Habana quedaron suspendidos.
La estampida de nacionales a las puertas de las oficinas en La Habana de las compañías aéreas para comprar boleto a Nicaragua colmó las redes durante la semana pasada, donde incluso se generaron grandes protestas por la nula oferta de conexiones hacia el país centroamericano.
Escobar señaló que si se trata, en efecto, de una estrategia gubernamental, el régimen cubano de saldrá con la suya, porque la demanda de huir de la isla no parará de crecer, alegando sobre las protestas del 11J: «Las condiciones que trajeron como consecuencia que esto ocurriera, siguen y no solamente siguen, sino que se han ido incrementando. Los precios siguen elevándose. El dinero cada vez vale menos por la inflación galopante y el desabastecimiento».
Explicó: «Entonces el gobierno puede temer que vuelvan a ocurrir este tipo de manifestaciones y la válvula migratoria, como decimos, la bomba migratoria que se coloca como opción. (…) Es decir, esto es una manera también de bajarle la presión a la olla, que está bastante fuerte en este momento, y eso lo tienen en cuenta especialmente en el sentido de trabajar sobre los más inconformes».


