La prensa oficialista cubana reportó que la Fábrica de Caramelo de Baracoa reinició recientemente su producción en muy bajos volúmenes debido a la latente escasez de materias primas y operando con un fogón de leña.
No obstante, los medios estatales alegaron que pese a estas deplorables condiciones laborales, «ya se estabilizó la elaboración de la demandada golosina».
El jefe de turno de la sede industrial, Alfredo Gámez Legrá, declaró que se hallan por el momento produciendo «tabaquitos», «almohaditas» y «surtidos de paquete», pero que la principal materia prima (azúcar) con la que cuentan es insuficiente para potenciar la producción.
Sus empleados elaboran el melao, lo procesan con la tecnología necesaria y, manualmente, le dan forma a los productos, pero los medios de trabajo, aparte de deteriorados, también resultan escasos.
En las propias imágenes que divulgaba la prensa, se podían observar cómo se manipulaban los caramelos con guantes rotos, sin las medidas higiénicas requeridas, etc.
El Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) fue fuertemente criticado durante los meses de este verano por publicar con orgullo imágenes en redes sociales de un centro de elaboración de caramelos en Pinar del Río con una «línea de producción» de chambelonas artesanales, un producto sumamente antihigiénico a causa de los utensilios sucios y rústicos empleados para su elaboración.
Actualmente, las confituras entran en la lista de los productos más difíciles de adquirir en la isla, debido a que toda la (pobre) oferta es en Moneda Libremente Convertible (MLC) y tiene altísimos precios.
El reclamo de un ciudadano guantanamero sobre eliminar la oferta de caramelos de la vidriera de la tienda en MLC de su ciudad (para que los niños no la vieran desde la calle y quedaran llorando) acaparó los titulares hasta de la prensa estatal en octubre del 2020.
El periódico local Venceremos replicó la denuncia: «Guantanameros sugieren a la gerencia de la tienda de productos en MLC situada en las calles Los Maceos esquina a Prado, se valore la posibilidad de cambiar de lugar las confituras visibles a través de la cristalería que da para esta última arteria y colocar otro producto, porque llaman mucho la atención de los niños, y es complejo explicarles la imposibilidad de los padres para comprarlos por no tener acceso a esa moneda, cuestión que ante la incomprensión de los pequeños, por lo general, les provoca el llanto».
