La llegada este miércoles al aeropuerto de Madrid, España, del actor, dramaturgo y líder opositor cubano Yunior García Aguilera sorprendió tanto a sus seguidores como a sus contrarios, y es que el disidente estuvo meses caldeando las redes sociales con la convocatoria a la Marcha Cívica por el Cambio para este lunes 15 de noviembre.
Esta no se pudo realizar debido a fuertes operativos de represión gubernamental preventiva, arremetiendo con todos los recursos disponibles contra líderes opositores y manteniendo abundante presencia policial en las calles, con tal de evitar que la manifestación se convirtiera en un nuevo 11J.
Evidentemente, la emigración imprevista del mayor rostro de la disidencia cubana dentro de la isla en estos momentos significó un gran golpe para el movimiento y un retroceso para la lucha por el respeto a los derechos humanos y por la libertad en Cuba.
Juan Pin Vilar, cineasta cubano, amigo de García y cofundador (junto con este) de la plataforma ciudadana Archipiélago, alegó: «Quiero imaginarme, por lo que lo conozco, que al él le hubiera gustado realmente marchar y que no se lo permitieron, quiero imaginarme que no tuvo la menor salida a la situación que se le creó, sé que había presiones familiares fuertes, se sabe que se presiona a la familia alrededor, pero de todas maneras, es una decisión muy controversial».
Archipiélago cuenta en Facebook con 38.000 miembros, tanto fuera como dentro de la isla. Este colectivo fue el que convocó a la Marcha del 15N por la liberación de los presos políticos, causa que aunó en una a todas las fuerzas de la oposición al Gobierno cubano, gracias a la oración y a la imagen de García, quien con 39 años de edad y quien hasta hace pocos años estaba alejado de la política, ha logrado identificar con su lucha a las generaciones más jóvenes.
Aunque el régimen le había amenazado con su arresto inmediato, el dramaturgo se disponía a salir a marchar en solitario por las calles de La Habana el pasado domingo 14, vestido de blanco y con una rosa blanca en la mano. Sin embargo, se encontró con un férreo bloqueo de su vivienda, con agentes de la Seguridad del Estado (vestidos de civil) rodeando su manzana, un multitudinario acto de repudio en su escalera, un autobús escolar obstaculizando el tránsito de la calle de su edificio y una bandera cubana gigante tapando sus ventanas.
El disidente y su esposa se hallaron incomunicados e ilocalizables por unas 48 horas hasta que se viralizó la noticia de su arribo a Madrid. García declaró este miércoles en una entrevista con el cineasta y opositor cubano Ian Padrón: «La única manera que yo podía evitar que me silenciaran era escapando».
A través de una videollamada, García contó al creador residente en Estados Unidos en su canal de YouTube «Derecho de Réplica»: «Si mi única arma ha sido siempre la palabra, yo tenía que buscar la manera de defender esa arma».
Mientras, ha sido criticado por algunos integrantes de la oposición cubana como el exdiplomático Carlos Alzugaray, pues mucha gente que decidió acudir a la convocatoria de la Marcha Cívica por el Cambio sí terminó detenida. Precisamente, la plataforma independiente Cuba Decide denunció un centenar de arrestos esta semana en la isla.
«Yo me vestí de blanco y sinceramente esperé ver una reacción, ver algo, pero… el día pasó y no pasó nada», comentó Liety Bretones, estudiante de 21 años, quien se vistió de blanco en esa fecha, como Yunior había instruido. La joven dijo que «vuelve la desilusión» al final, sabiendo que, incluso con el «buen empuje» que han tenido otros movimientos disidentes que han ido y venido en los últimos años, «los que dirigen esto son ellos, esto prácticamente es una mafia». Por lo menos, dijo sentirse «porque aquí lo que iba a hacer era fastidiarse la vida».
Una periodista de 47 años, Glebys Beracierto, mencionó que no le sorprendió sobre la noticia.»Todo es una gama de gente inculta, baja y sucia, que son gente que no valen nada», dijo respecto a la disidencia, alegando que está contenta de «que no haya pasado nada» el lunes.
Convirtiéndose en el enemigo público número uno en la prensa oficialista, García fue recibiendo cada vez más presión. Viviendo bajo acusaciones permanentes de ser un agente entrenado y financiado por Estados Unidos para desestabilizar el país caribeño, cada vez se mostraba más nervioso ante los periodistas, hasta confesando que casi no podía dormir.
Manuel Cuesta Morúa, disidente de 58 años, no considera que en los últimos años «haya un activista que haya recibido una presión tan intensa en tan corto tiempo, un intento de asesinato moral en los medios de comunicación», y admitió que todo esto significa la pérdida de la figura que representaba «un liderazgo joven».
El opositor señaló que representa «una victoria a corto plazo» para las autoridades, pero que el pueblo ya está buscando demandas más allá de los problemas económicos y eso no se soluciona con la emigración de una figura, pues tendrían que desmantelar un movimiento que con cada día se fortalece.
«Lo sé, lo entiendo, ha sido un golpe doloroso (…) pero estoy convencido de que, como tengo yo mismo que sanar mi dolor, ese dolor de otros y esa decepción de otros también va a sanar», dijo en su primera rueda de prensa en la capital española el dramaturgo, impulsor de la frustrada manifestación del lunes en Cuba.
«Ya lograré perdonarme yo mismo, quizás por no haber tenido el valor de convertirme en piedra y de convertirme en una estatua de bronce. Quizás pedir perdón por ser humano, por pensar en mi esposa y en mi vida, y por escapar de lo que iba a constituir seguramente una muerte en vida, porque eso es lo que me esperaba en Cuba», abundó el dramaturgo de 39 años.
«En ningún caso voy a renunciar ni me voy a rendir por hacer lo que pueda por la gente que se quedó en Cuba», dijo García, quien afirmó que no va a solicitar asilo en España porque piensa volver a su país «cuando mi vida y la de mi esposa no corran peligro».
