Pese a las esperanzas que la cúpula de poder cubana tiene sobre la reapertura de las fronteras para el turismo internacional el próximo 15 de noviembre, este no parece representar la salvación que ellos piensan que es.
Y es que la maquinaria propagandística ya no es capaz de vender la imagen de isla paradisíaca llena «tranquilidad social y política», ideal para vacacionar.
El sistema de salud colapsado no pinta el mejor destino turístico, y la economía cubana sufre una brutal recesión que es incapaz de ofrecer un servicio de calidad al turista.
La represión que desde hace meses traspasó las fronteras nacionales para ocupar titulares en medios de prensa internacional también es una desventaja para la imagen del país en el mercado. Y es que no existirá un flujo masivo de turistas a una isla incluso más empobrecida que hace unos años y cuyo pueblo se manifiesta día sí y día también.
Se conoce que hay alrededor de 600 cubanos presos por haber participado en las manifestaciones del 11J, según han contabilizado organizaciones de la sociedad civil, y que otros cientos de personas se les piden más de 20 años de cárcel por haberse involucrado en la protesta. Estas circunstancias no iluminan el panorama precisamente.
Pero el obstáculo más ineludible para la isla es la incapacidad económica para ofrecer un buen servicio y competir con otros polos turísticos del Caribe a raíz de la funesta crisis que viene sufriendo Cuba especialmente desde hace un año.
Incluso antes de la llegada de la pandemia del coronavirus a la isla, se notó un detrimento considerable en la cantidad de turistas que viajaban a Cuba al año. Las visitas a la isla desde los cinco principales emisores europeos cayeron en casi un 30% 019, algo que se vio en el hecho de que la industria turística cubana tenía desocupada el 85,3% de su capacidad total.
Además, está la situación con la transportación de pasajeros, pues los pocos aviones de Cubana de Aviación ya no pueden volar a Europa porque no cumplen con los requisitos mínimos de la Unión Europea para operar en el espacio aéreo europeo. Por tanto, buena parte de los ingresos por este servicio no van a Cuba, sino a una compañía extranjera, la aerolínea española Plus Ultra.
