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La vida de un jubilado en Cuba: Más de 40 años de trabajo para que tu retiro no te alcance ni para llegar al final del mes

Paco tiene 72 años y ahora confiesa a veces tiene deseos de rendirse. Trabajó durante 43 años y su pensión de 1.700 pesos cubanos (CUP) supera por poco los gastos de la canasta básica en Cuba con la entrada en vigor de la Tarea Ordenamiento.

Marino Murillo reconoció la pasada semana que la inflación se había sobredimensionado y la canasta había escalado casi al doble de lo previsto, 1.528 CUP. Para jubilados como Paco, sobrevivir es asfixiante, dado que para un trabajador estatal ya resulta muy complicado con los 5.000 CUP que constituye aproximadamente el salario medio.

«Lo que más me molesta de todo esto es que ellos saben que no nos alcanza el dinero de la pensión para sobrevivir, pero no hacen nada para arreglarlo», denunció Paco, residente en el municipio de Cerro, siendo la comida el principal problema.

Además, su vivienda tiene daños considerables, pero las reformas no están ni en el horizonte. Dijo que antes «le pasaba la mano a la casa, repellaba, pintaba… Pero ahora es imposible, porque todo está demasiado caro o en las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), donde yo no puedo comprar», lamentó.

Y la chequera de Paco también se ve aquejada por las facturas del gas, el agua y la electricidad, por lo que intenta ahorrar lo más que puede para pagar menos. Y no es solo eso. «Hace poco se rompió el motor del edificio y tuve que llamar a mi hijo para que se encargara de pagar los 300 pesos que recogieron por apartamento. Luego se me rompió la cocina, y compré una pequeña y reparada, que me dieron a plazos. La gracia me costó casi tres meses de sufrimiento, porque dejé de comprar alimentos para poder pagar aquello», refirió.

Tampoco puede renovar ropa y calzado, admitiendo que muchas veces ha tenido que recurrir a familiares para que le donen algunas mudas viejas. «Me siento totalmente desamparado por el Gobierno, y además con miedo de quejarme, porque ya sabemos bien cómo tratan ellos a los que disienten», explicó.

Y la falta de medicamentos es quizás lo más preocupante a su edad, con las pastillas alcanzando precios astronómicos debido a la escasez que provocó la crisis causada por la pandemia del coronavirus.

Afortunadamente, la ayuda de algunos vecinos ha sido bienvenida y sus hijos también apoyan en la medida de lo posible. A riesgo de contagiarse de coronavirus, ha tenido que hacer colas para revender algún que otro producto y poder comprar viandas o sazón con el dinero ganado.

Admitió no tener salud para asumir algún trabajo para completar la jubilación, como recoger materias primas, hacer de mensajero o cortar el césped de algún jardín.

«Ni siquiera sé qué va a pasar conmigo el mes que viene, solamente pienso en cómo sobrevivo en mi futuro próximo y me iré de este mundo algún día con una espina clavada en el corazón, porque me arrepiento una y mil veces de no haberme podido ir de aquí cuando tuve el chance», lamentó el jubilado.


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