El pasado sábado, unos 250 exiliados cubanos se reunieron en los alrededores de la Arquidiócesis de Miami, en forma de protesta por los sucesos del pasado domingo en el Vaticano y en apoyo a la marcha cívica que la plataforma Archipiélago convocó para el próximo 15 de noviembre, según reportó El Nuevo Herald.
El influencer Alexander Otaola, promotor de la congregación en Miami y en el Vaticano, afirmó que «aquí lo principal es el pueblo cubano, parar el genocidio, parar el abuso que está sufriendo el pueblo. Para eso es que necesitamos de todos ustedes, de todas las voces y manos que puedan aguantar carteles, porque lo importante es que el mundo entero sepa que tiene que parar de una vez y por todas el sufrimiento del pueblo cubano».
El «Rey del chisme» envió sus agradecimientos a quienes apoyaron la manifestación, así como la participación de los cubanos en este tipo de actividades.
Según el medio norteamericano, la mayoría de los asistentes portaron ropa blanca, banderas cubanas y pulóveres con la frase «Patria y Vida», y se mantenían alejados del edificio, el cual estaba completamente cerrado y custodiado por varios autos de Policía.
Previo a la protesta, se supo de una misiva dirigida al nuncio apostólico en Estados Unidos por parte de tres congresistas republicanos de origen cubano (María Elvira Salazar, Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez) que dijeron sentir una «profunda decepción», según la agencia EFE, por el hecho de que el papa Francisco no haya condenado los «atroces abusos» de las autoridades de la isla ni se haya solidarizado con «las demandas de libertad del pueblo cubano».
En la carta dirigida al arzobispo Christophe Pierre, con fecha del 29 de octubre, los legisladores se quejaron del trato dado a un grupo de exiliados de la isla que intentó protestar en una ceremonia pública en la Plaza de San Pedro el pasado domingo, pero la Policía se lo prohibió.
Los firmantes de la carta, entonces, manifestaron que quieren «estar seguros de que (los jerarcas del Vaticano) están plenamente al tanto de la lucha del pueblo cubano».
Por ello, recordaron al nuncio que aún permanece tras las rejas un gran número de manifestantes del 11J «en condiciones inhumanas, a menudo incomunicados», argumentando el caso del sacerdote José Álvarez Devesa, quien resultó «golpeado por la Seguridad del Estado cuando intervino para detener la brutal golpiza a un manifestante de 14 años».
