Los Juegos Panamericanos Junior se avecinan en un momento en que Cuba enfrenta un éxodo masivo sin precedentes de jóvenes deportistas, tras las 12 deserciones que sufrió el equipo Cuba de Béisbol durante su participación en la Copa Mundial Sub-23 de México.
A una semana de la histórica ola de fugas, se caldean los debates sobre la participación de la selección cubana en el primer torneo de juegos múltiples para menores de 23 años, el que se celebrará a partir del venidero 25 de noviembre en Cali (Colombia).
Más de 200 atletas cubanos, pertenecientes a 27 disciplinas, han logrado clasificarse hasta la fecha para competir en el evento, la que constituye una de las delegaciones más numerosas que ha conformado la isla en las últimas décadas y la mayor que ha sido compuesta únicamente por menores de 23 años.
Las autoridades ya se encuentran preocupadas por la formulación de métodos exitosos para controlar las acciones de tantos jóvenes y evitar así más fugas (aunque no sean verdaderamente posibles de parar).
Esta, la delegación más extensa de atletas Sub-23 que ha salido de Cuba desde el triunfo revolucionario de 1959, lo viene a hacer cuando la isla está envuelta por un crítico escenario general, donde la pobreza y la miseria amenazan con cubrir finalmente la totalidad del país, donde mueren cientos de personas cada día por coronavirus, por la grave escasez de medicamentos e insumos médicos y por la desorganización de las autoridades sanitarias, y donde el Gobierno se ve acorralado por un hartazgo y una ira popular que crece y que pronto desembocará en una guerra civil.
El deporte cubano ha sido históricamente una fuente de excelentes atletas que han aprovechado participaciones en competencias en el exterior para abandonar la delegación y emigrar hacia destinos más o menos seguros, pero solo los mejores terminan actuando para beneficio de clubes y países extranjeros.
Por supuesto, en caso de exhibiciones deportivas múltiples se disparan las cifras de deserciones, como ocurrió en los Juegos Centroamericanos de Ponce (Puerto Rico) 1993, cuando 43 atletas cubanos se fugaron de la villa. De igual forma sucedió en los Panamericanos de Winnipeg 1999 (13 fugas) y en los de Toronto 2015 (30).
En realidad, se hace muy difícil encontrar un evento competitivo en el que participara Cuba donde no se hayan producido deserciones por parte de miembros de esta delegación. Lo mas increíble de estas acciones es que los equipos cubanos siempre han sido sometidos a una férrea vigilancia por parte del régimen.
Las autoridades cubanas han implantado medidas para castigar y para desincentivar estos éxodos, pero nada ha logrado enfrentarlos: una política de contratación de atletas en ligas foráneas, y otra de prohibición de su entrada a la isla hasta pasados 8 años del abandono.
El deporte nacional de Cuba ha sido el más abatido por este fenómeno en lo que va de 2021, debido a las fugas de 3 jugadores y el psicólogo del equipo durante el Preolímpico de la Florida, y la docena de beisbolistas durante el Mundial Sub-23.
