Las autoridades gubernamentales de Cuba ha iniciado toda una campaña para limpiar la imagen de sus dirigentes desde que el presidente Miguel Díaz-Canel incitara, el pasado 11 de julio, al enfrentamiento entre civiles.
En solo unas semanas, el mandatario ha sido fotografiado en reuniones con funcionarios y grupos de adeptos, entre los que se destacan integrantes seleccionados de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC) y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), etc.
De igual forma, el Consejo de Iglesias de Cuba también favoreció las acciones de «maquillaje político» emprendida por el Partido Comunista de Cuba (PCC). El gobernante ha sido además capturado por las cámaras recibiendo a los deportistas que asistieron a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 como parte de la delegación cubana, saltando con jóvenes al ritmo de la música tras un acto público y hasta diendo partícipe de un trabajo voluntario.
En la campaña se incluyeron varios recorridos a barrios marginales de La Habana como San Isidro y La Güinera, dos de las áreas más políticamente convulsas al ser sede de varios grupos opositores, en función de evaluar el progreso de las obras constructivas que se iniciaron allí de un día para otro.
Sin embargo, los cubanos han criticado la ausencia del presidente en el sitio donde más la población sufre en estos momentos de duelo, crisis y deshonra: los centros hospitalarios. Si bien Díaz-Canel lidera las comparecencias diarias en las que se da seguimiento a la crisis sanitaria, no ha sido captado ni una sola vez en un hospital de atención pública al pueblo cubano.
Luego de admitir la grave escasez de oxígeno medicinal en el tratamiento de enfermos de COVID-19, el mandatario visitó la semana pasada la planta productora de oxígeno del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) localizada en la Base Aérea de San Antonio de los Baños, y la Unidad Empresarial de Base Gasificadora de La Habana.
Las autoridades se vieron obligadas a aceptar públicamente las carencias graves del gas a raíz de las numerosas quejas redes sociales que explicaban la situación que se vive en los hospitales y centros de aislamiento de la isla.
La única institución de salud que el presidente a recorrido hasta la fecha, desde que comenzó la pandemia, ha sido el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN), una clínica exclusiva para extranjeros y cubanos vinculados a la alta cúpula de poder. Allí apareció, comenzando el mes de agosto, para visitar a las uruguayas Cecilia Nazzari y su niña Aurora, quienes han tenido gran atención mediática a causa de la publicidad que la madre le hace al sistema político y sanitario cubano en sus redes sociales. El tratamiento que recibe Aurora, de acuerdo con la propia Nazzari, les cuesta alrededor de 50.000 dólares.
Y es que, mientras los altos funcionarios viajan de una punta del país a otra en visitas oficiales que quedan bien ante las cámaras, las personas mueren en los hospitales o denuncian el colapso de muchos centros de salud.


