El sistema de salud en Cuba está colapsado por la pandemia y el propio presidente Miguel Díaz-Canel lo reconoció ayer, mientras días antes lanzaba un oscuro pronóstico a la población, advirtiendo que faltaba poco para rebasar los recursos con los que contaba el Gobierno para los hospitales, incluidos el tan necesario oxígenos para los pacientes de COVID-19 que necesitan de respiración asistida.
A la falta de medicinas y de camas en los hospitales, hay que sumar también la escasez de ambulancias que permitan la movilidad de pacientes hacia los centros médicos, por lo que las autoridades han tenido que echar mano de ómnibus para reconvertirlos en ambulancias y trasladar así a un grupo de cubanos de forma simultanea a las instituciones de salud.
En las redes sociales circulan imágenes de estas guaguas con camillas amontonadas en su interior en varias provincias. Por lo general, se trata de ómnibus Diana, de fabricación nacional, a los cuales se les han desmontado sus asientos y se han alistado con camillas y camas, que los mismo chóferes han confesando que son una odisea para los enfermeros y personal médico por lo poco prácticas que resultan en casos de urgencia.
Estos no son los únicos inventos a los que las autoridades han tenido que echar mano en Cuba para «resolver» la escasez de ambulancias, pues en otras provincias se han utilizado desde transportistas privados, hasta bicitaxis y carretones de caballos ante la alta demanda de servicios de urgencia médica (SIUM).
No solo faltan ambulancias, pues en provincias como Guantánamo están utilizando los carros de ETECSA para prestar servicio como carros fúnebres ante la insuficiencia de estos automóviles, que se encuentran saturados por la cantidad de cadáveres que es necesario trasladar a diario a los cementerios.


