De la escasez generalizada en Cuba no se salva si tan siquiera algo tan básico como la sal. Incluso siendo un país rodeado de mar, una libra de sal puede llegar a costar 80 pesos.
«La latica de leche condensada, a 40 pesos. Es un crimen, pero sin sal es difícil comerse la comida. Eso es un abuso. Hace como un mes estaba a 30, luego a 35, en un par de semanas quizás esté en 50 pesos. Todo es para arriba y perdido. Los dirigentes solo hablan de vacunas y de bloqueo ¿Pero por qué no venden sal? ¿Qué tiene que ver eso con el bloqueo?», cuestiona Raúl, un padre de familia holguinero.
La sal, como los restantes productos de la canasta básica que cada mes vende el gobierno de forma racionada, apenas alcanza para cocinar. La venta liberada era una opción para los cubanos, pero desde hace algún tiempo que la venta de esa sal “adicional” también se hace a través de la polémica libreta de abastecimiento.
«Cuando se hierven viandas se gasta mucha sal, y si antes no alcanzaba la de la cuota cuando había arroz, ahora que hay que completar con viandas no dura nada. Y hasta en la calle está perdida. ¡Y carísima!», afirma Susana, un ama de casa con dos hijos.
«La última que compré era de esas que la gente saca de la costa, por su cuenta, y estaba oscura cantidad. Me dio hasta asco y miedo usarla en otra cosa que no fuera hervir viandas, porque tenía hasta un sabor amargo. Sabe Dios lo que uno se ve obligado a comer, con esta escasez. Capaz que haga daño», expresa con miedo.
«Es inconcebible que siendo este país una Isla rodeada de mar no haya ni sal. Está bien que digan que falta combustible, harina de maíz o una pieza de una fábrica… ¿pero sal? Es una desfachatez. Por eso yo no creo en ese cuento del bloqueo, el bloqueo está aquí adentro», se queja Luis, un jubilado.
A pesar que la escasez de sal sea una de las cosas más contradictorias en Cuba, es tan solo un pequeño eslabón en la larga cadena de productos de primera necesidad cuya ausencia dificulta cada día más la vida de los cubanos.
