Críticas a Díaz-Canel tras visitar a niña uruguaya que está siendo atendida en uno de los mejores hospitales de Cuba, pagando miles de dólares por ello: «Y los niños cubanos para cuándo»

Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba y primer secretario de su Partido Comunista (PCC), visitó recientemente a la niña uruguaya cuyo caso se ha viralizado en redes sociales por estar siendo atendida en el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN) de La Habana.

El dirigente terminó siendo criticado con severidad por la hipocresía de que este y los centros sanitarios especializados en la atención a extranjeros en la isla no presenten ningún problema, cuando todo el sistema sanitario cubano (y sistemas concatenados a él) esté colapsado y sufriendo un gravísimo déficit de medicamentos y de personal.

La pequeña Aurora Sosa se convirtió en una sensación de Twitter cuando su mamá, Cecilia Nazzari, comenzó a contar su historia en la red social, agradeciendo infinitamente al Gobierno cubano por el apoyo, y a los miles y hasta millones de voluntarios que donaron dinero para que la niña se atendiera en Cuba.

Nazzari, ferviente admiradora de Fidel Castro y del Che Guevara, fue el centro de una gran polémica en el mes de junio tras calificar al sistema de Salud de la isla como un «paraíso».

La prensa estatal cubana reportó sobre la visita del presidente y de su esposa al CIREN para ver a la niña con la rara enfermedad, pero los comentarios se centraron mucho más en la comparación de la situación de esa pequeña con el pobre escenario generalizado que están sufriendo los centros médicos en todo el país.

Una joven alegó que a Díaz-Canel no le podría importar menos que la mayoría de los padres con niños enfermos en Cuba tengan que esperar por más de 20 horas para que se les asigne una cama en la sección de Pediatría, o que estén los que publican anuncios desesperados en redes sociales para comprar medicamentos como la dipirona a cualquier precio. Concluyó cuestionando: «¿Con esos qué presidente se va a tirar una foto?».

Cada aspecto del encuentro fue objeto de crítica popular; tanto su actitud, la banalidad con la que se trató la situación, la discriminación hacia los nacionales y la extrema xenofilia, las estupendas condiciones del hospital especializado, etc, y las culpas fueron adjudicadas expresamente a los medios del oficialismo que divulgaron la noticia y al propio gobernante.

Con la noticia hecha pública, un santaclareño sentenció que los cubanos quieren ese mismo tratamiento y confort para sus hijos y familiares. Reclamó que podrá hacerse la foto «cuando haya acceso para todos», además de que resulta «indignante la forma en que se están proyectando los que gobiernan este país».

Agregó que «los niños con retardo en el desarrollo psicomotor, o que tengan algún padecimiento neurológico» no se están rehabilitando o la tarea la asuman sus padres, como es su caso.

Cecilia Nazzari, sin que las críticas le afectaran, siguió con su campaña a favor del Gobierno de la isla, en forma de «agradecimiento» por la atención médica especializada que recibe su hija en territorio nacional. Afirmó en Twitter que Cuba es un país «bloqueado por el miedo de EE.UU. de que el resto del mundo vea todo lo que puede lograr Cuba».

El tratamiento que se le ofrece a la pequeña Aurora no sale gratis. La madre lanzó una segunda convocatoria el pasado 15 de julio para recaudar fondos en aras de poder seguir con la rehabilitación en la clínica del país caribeño.

Nazzari, miembro de las juventudes del partido político de izquierda Frente Amplio de Uruguay, dijo que indicaciones médicas sugirieron que la estadía de Aurora se prolongara, y para ello debe recaudar unos 20.000 dólares, lo que costeará los ciclos de rehabilitación y los gastos asociados a su estancia. «Con estos tratamientos Aurora tiene chances de mejorar y poder volver caminando a Uruguay», aseguró.

Enfocada en seguir la línea propagandística, la prensa estatal obvió la exigencia financiera que se le imputa a la madre de Aurora por el tratamiento que recibe la menor en el CIREN, destacando, en cambio, la humanidad y solidaridad de la cual el sistema de salud cubano se vanagloria.