De acuerdo con datos de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), Cuba tiene 302 barrios empobrecidos, y por ello el país está rescatando la figura del trabajador social, para intentar transformar los ambientes llegando a las causas de la pobreza.
Luego de entrenar una semana en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), los 2.702 jóvenes universitarios que integraron las primeras 220 Brigadas Juveniles de Trabajo Social (BJTS) estarán trabajando en esos Consejos Populares, según un reportaje del diario estatal Juventud Rebelde.
A las dos semanas de las protestas civiles, ocurridas el pasado 11 de julio, fue tomada la decisión gubernamental de crear estas brigadas antipobreza, pues «son tiempos de servir más a Cuba» y de estar «con el oído pegado a nuestra gente, conociendo sus preocupaciones e inquietudes», de acuerdo con las palabras de la segunda secretaria del Comité Nacional de la UJC, Aylin Álvarez García, quien estará ejerciendo sus labores en el barrio La Corbata, del municipio Playa.
Álvarez García explicó que los integrantes de las brigadas son estudiantes de carreras de perfil de Humanidades que pertenecen a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), así como profesores jóvenes y profesionales de sectores afines. Todo parte del desarrollo de alianzas estratégicas con las universidades y centros de investigación para ayudar en la solución de la pobreza en la isla.
Las autoridades establecieron un cronograma para las BJTS, el cual sigue efemérides patrióticas, pues fueron creadas el 26 de julio y comenzarán a trabajar el 5 de agosto, cuando se cumplirán 27 años del Maleconazo, la mayor sublevación popular antes de los eventos del 11J.
Los trabajadores sociales tendrán como objetivo además contribuir a la formación de valores y actitudes, sobre todo de niños, adolescentes y jóvenes para el fortalecimiento de la comunidad y la participación ciudadana, según señaló el dominical.
La semana próxima quedarán completadas las BJTS y para sus miembros serán un posibilidad de «consolidar y practicar la solidaridad, el altruismo y la vocación de servicio».
A pesar de no constar publicaciones oficiales de datos esenciales como índices de pobreza y desigualdad GINI, Cuba informó a CEPAL en 2019 que solo el 6,8% de la población de la isla sufría precariedad, pero estos números no contemplan una serie de factores y gratuidades que de otra forma no podrían permitirse muchísimos ciudadanos.
Una encuesta sobre pobreza y desigualdad del Observatorio Cubano de derechos Humanos (OCDH) reveló que el 77% de los cubanos, cuestionados en el primer semestre de 2020, manifestó vivir en una situación de escasez severa o moderada, y el 42% dijo enfrentar «problemas incluso para comprar lo más esencial para sobrevivir».
La cuota racionada por el Estado solo cubre las necesidades alimentarias de los primeros diez días de cada mes de seis de cada diez familias, mientras que el 67% calificó su alimentación familiar como deficiente.
En materia de salud, el 76% de los encuestados dijeron que el «abastecimiento de material médico e insumos hospitalarios» está entre regular y muy malo, a la vez que el 75% de la muestra de la encuesta afirmó que no pudo conseguir medicamentos en la farmacia cuando los necesitó.
El agua potable no es accesible a tiempo completo para el 83% de los cubanos, lo que se agravó en agosto del pasado año, cuando solo el 14% de los hogares tenía agua permanente.
Además, la vivienda viene siendo un problema desde tiempos republicanos, y la encuesta indicó que el 46% de las familias cubanas necesita que su casa sea reparada, así como un 11% de viviendas en peligro de derrumbe.
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