Cuba está destruida. No se crean el cuento del perverso y criminal bloqueo, como por más 60 años no se ha cansado de repetir cuanto papagayo toma la palabra a favor de la Revolución. Los únicos responsables de la desgracia que viven los cubanos son los jerarcas que los gobiernan, que nunca han sido capaces de escuchar al pueblo y pensar en su bienestar.
El 11 de Julio Cuba cambió, despertó de un letargo de más de seis décadas, donde los únicos sueños eran dejar atrás la necesidad, la escasez, el sufrimiento, el no tener qué comer, el no saber qué pasará mañana, el ser menos que los turistas, el ser apestados en su propia tierra, el tener que callar lo que se piensa, el no poder elegir a sus gobernantes, el estar bajo la bota del amo que mandaba a sus anchas…
La Revolución, como Saturno, devoró a sus mejores hijos. Sin piedad, sin miramiento, sin distinciones. Si no estabas con ella, estabas contra ella. No podía haber paños tibios.
Fueron seis décadas de sentirnos como carneros, de aguantar en silencio, hasta que el silencio no pudo guardarse más dentro de nosotros.
El 11 de Julio es para siempre el día de la rebeldía nacional, en el que los verdaderos cubanos, esos que solo piensan en sobrevivir, porque vivir queda muy grande en un cuarto sin agua y sin luz, salieron a la calles a gritar «¡Libertad!».
Que no les mientan, no fueron cientos, nos fueron miles, fueron cientos de miles, hasta millones, porque en el corazón de los que reprimieron esas manifestaciones también estaba el grito silenciado de la libertad.
¿Con qué cara pudieron mirar esa noche a sus esposas, a sus hijos, a su madres, aquellos que salieron con palos a golpear a sus vecinos, a sus amigos, al médico que quizás lo atendió cuando padeció una enfermedad que por poco lo lleva a la tumba, al maestro que le enseñó las primeras letras en la escuela, a la viejita que vive en la esquina y que siempre le daba los buenos días cuando pasaba?
Nos enseñaron a odiarnos entre nosotros mismos, a creer que ser chivato es un mérito, a pensar que el estar pendientes de lo que hace el que vive al lado es necesario porque no se sabía donde estaba el «gusano» que mañana gritaría ¡Abajo la Revolución!.
En Cuba hay un muro invisible, se fue levantando con los años. Están los que se acomodaron a vivir de un lado de ese muro y los que no les quedó más remedio que estar del lado contrario.
En 60 años pasamos tanta hambre que nos terminamos por comer el miedo.
La Revolución fue creciendo entre mentiras, promesas incumplidas, palabras vacías de sus dirigentes… la Revolución fue destruyéndose mientras más vieja se hacía.
A estas alturas ya nada funciona y salir del bache no será fácil, nadie lo crea, pues fueron muchos años en los que nos cimentaron la ira y el rencor. Sufrimiento y miseria se dan la mano en las calles, que hoy tienen miedo de más represión, muertes, golpizas y de una brutalidad policial que insisten en ocultar y negar quienes mismos la ordenaron.
El futuro ofrecido nunca llegó, o sí, pero solo para ellos, los de «arriba»; pero queda claro que lo que no logró funcionar en 60 años ya no llegará a funcionar nunca. Mucho daño le han hecho al pueblo cubano, por las carencias que implica y por servir de pretexto al gobierno, el embargo estadunidense.
Cuba ya no cabe dentro de los cubanos. Ya no es tiempo de consignas absurdas, de marchas sin sentido, de ideologías utópicas… Los cubanos no estamos dispuestos a seguir escuchando una visión del mundo que depende de un país gobernado por una gerontocracia.
La Cuba que enamoró al mundo cuando bajaron de la Sierra los barbudos con promesas de un futuro lleno de prosperidad y libertades ha muerto, fue agonizando por más de 60 años hasta convertirse en una dictadura.
El 11 de Julio los cubanos despertamos, es ahora el momento de dejar detrás esa pesadilla…
