La población cubana ha recibido de forma desigual las primeras concesiones que realizó el Gobierno de Miguel Díaz-Canel después de las históricas jornadas de protestas (iniciadas el 11 de julio en todo el país), pues aunque muchos agradecen el gesto, muchos otros piensan que aún son insuficientes (tildándolas de «migajas»).
La administración comunista decidió autorizar la importación independiente de alimentos, productos de higiene y medicamentos (sin límites de valor y libre de pago de aranceles hasta el último día del año), medida que se ha galardonado como la muestra de que el Gobierno pretende ser flexible antes los reclamos del pueblo.
La aprobación del libre ingreso de bienes de primera necesidad a la isla por parte de los ciudadanos era, precisamente, la principal demanda de la población cubana que se manifestó el domingo, pues el estallido popular se dio debido a la profunda precariedad que ha provocado esta crisis general nacional, caracterizada por la escasez de alimentos y medicinas, en medio del recrudecimiento del embargo económico estadounidense sobre la isla y de una de las más fuertes crisis económicas y sanitarias.
Los cubanos volvieron a la cotidianidad con un rostro algo aliviado por esta permisión, aún cuando las calles de todas las ciudades del país continúan bajo fuerte presencia policial y militar.
Más de 40 ciudades y pueblos distribuidos por toda la isla fueron sedes el domingo de estas multitudinarias protestas, las que comenzaron por apagones de más de 12 horas, falta de medicamentos, hambruna y muertes, y terminaron con actos vandálicos, enfrentamientos violentos entre civiles y gritos de «Libertad» y «Abajo la dictadura».
La directora del diario digital 14yMedio, Yoani Sánchez, tuiteó que: «No queremos migajas, queremos libertad y la queremos yaaaaaaaaa», y en otro tuit, correspondiente a la mañana de este jueves, recalcó que «la libertad no cabe en una maleta» de viaje.
El opositor Manuel Cuesta Morua, uno de los organizadores de la plataforma Cuba Plural, consideró que los anuncios gubernamentales constituyen «una reacción bajo presión, tardía», pero «importante». De igual forma, lamentó que los reclamos de los cubanos, que las autoridades ya han estado intentado aplacar con algunas medidas aprobadas en los últimos meses, hayan tenido que llegar a una revuelta popular, la que dejó un saldo de un fallecido, decenas de heridos y un centenar de detenidos.
Las autoridades anunciaron, además de la exención de impuestos para la entrada al país de alimentos y medicinas, que las empresas estatales podrán fijar el sueldo de sus trabajadores de acuerdo a sus utilidades. El economista Omar Everleny Pérez opinó que estas medidas son «muy positivas», pues «dan un poco de alivio a la población».
Cuesta destacó que lo que exigen los manifestantes, especialmente la juventud, es libertad de expresión y cambio democrático. Sin embargo, la gran mayoría simplemente pedía soluciones a sus dificultades cotidianas como tener que lidiar con apagones, colas larguísimas, escasez de comida, medicamentos y productos básicos, y una larga lista de etcéteras.
Concluyó recomendando más y mejores medidas, además de apresurarse a implementar las ya anunciadas, como por ejemplo la exención de aranceles a las importaciones comerciales de los cuentapropistas y la aprobación de una vez por todas de las pequeñas y medianas empresas.
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