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Los cubanos, entre el miedo y la esperanza

Las protestas en Cuba sor­prendieron al mundo y se convirtieron en principal tendencia en las redes sociales rápidamente. Y es que a pesar que las situaciones como estas son frecuentes en varios luga­res del mundo, el Gobierno socialista que controla la isla caribeña desde hace más de 60 años, nunca había sufrido una situación similar.

Un sistema productivo para­lizado a causa de la desmotivación, falta de incentivos económicos y beneficios, es la consecuencia del sistema político, económico y social impuesto desde 1959. Esto, sumado al embargo comer­cial de los EEUU, hizo que los cubanos hoy se vean inmersos en una situación de carencias básicas y hartazgo, todo agravado por la paralización de la industria turística a causa de la pandemia del covid-19.

El embargo a Cuba es parte del problema, pero no es el único responsable de la situa­ción en la isla. Paradójica­mente, EEUU está entre los 5 principales socios comer­ciales de Cuba, al cual envía miles de toneladas de produc­tos agrícolas al año.

Esta es una de las excepciones con la que cuenta el embargo, lo que hace que Cuba reciba asistencia humanitaria que incluye medicinas, una medida tomada por Bill Clinton en el año 2000. Jorge Salazar-Ca­rrillo, director del Centro de Investigación Económica de la Universidad la Florida, aclaró que estas medidas del gobierno de EEUU, no se trata de un bloqueo, sino que sería “un embargo con agujeros”.­

Las protestas en Cuba sor­prendieron al mundo y se convirtieron en principal tendencia en las redes sociales rápidamente

“Un hecho sin precedentes. Ni siquiera en el Maleconazo de 1994 la situación pintó como la del domingo”, explica Laritza Diversent, exiliada cubana, abogada defensora de Derechos Humanos. En contraste a esa mítica jornada de protesta, concentrada en el Malecón de La Habana y hasta este domingo considerada la mayor muestra de descontento popular contra la Revolución, la del domingo pasado “fue en todo el país”, explica Diversent. Ciudades como Santiago de Cuba y Palma Soriano; poblados como Guira de Melena y Bauta; provincias como Cárdenas y Camagüey; y La Habana. En todas, las calles cobraron vida.

Cuba vive la mayor crisis de sus últimos 30 años. La pandemia de la COVID ha llevado casi al colapso del sistema sanitario de la isla, con más de 238 mil contagios y 1.537 muertos. Los enfermos desbordan ya hospitales como el de Matanzas, al este de La Habana. “No hay medicina, no hay posibilidad de tener una pastilla para el dolor de cabeza”, explica Diversent.

La economía, normalmente difícil, bordea ya el abismo. Ante la obligada escasez del turismo, una de sus mayores fuentes de ingresos, el PIB de Cuba decreció en 2020 un -11 %. En un intento por reactivar la economía, el Gobierno llevó a cabo desde inicios de 2021 un plan en el que quintuplicó el salario mínimo hasta 2.100 pesos cubanos (87 dólares), lo que disparó el costo de vida. Según calculan páginas especializadas como The Economist Intelligence Unit, la inflación cubana podría alcanzar un mínimo de 500 % durante 2021.

“Hay un desabastecimiento general. Desde las 6 a.m hasta las 6 p.m haciendo colas para ponerle algo de comida a los hijos. El gobierno pone restricciones a los intentos de la gente por sobrevivir”, anota Diversent, “¡las multas son más altas que el salario básico! Ocho mil pesos si te cogen vendiendo sin licencia, a gente empobrecida. Es insostenible”.

El embargo a Cuba es parte del problema, pero no es el único responsable de la situa­ción en la isla

“Las calles fueron entonces por fin de todos los cubanos”, señala Rafael Gordo, periodista local, “normalmente, y ante este tipo de situaciones, el gobierno intenta buscar primero una solución que deje su imagen bien parada. En esta ocasión, lo primero que hizo Miguel Mario Díaz-Canel fue ir a San Antonio de los Baños”.

El presidente arribó con su comitiva. “La situación energética parece que fue la que levantó aquí algunos ánimos”, señaló en tono aparentemente tranquilo frente a la prensa, reconociendo los cortes de luz de hasta 6 horas al día que afectan a esa población como a otras regiones. Con el paso de las horas, el tono fue cambiando.

Casi a su regreso inmediato a la capital, Díaz-Canel se dirigió a la nación, calificando las manifestaciones de “provocaciones de la contrarrevolución”, antes de exhortar: “A la calle los revolucionarios”.

De repente, la lucha ya no solo fue en las calles. Como la red interconectada que es, internet se tornó en ese conducto nervioso que atizó la rabia. Videos y hashtags inundaron la isla.

“En la década de los 90 no había ni siquiera línea de teléfono. La situación de cada cubano era eso, de cada uno, algo que no pasaba del marco de cada comunidad”, dice Diversent, “pero ya cuando tú te empiezas a enterar que la situación que vives es la misma que se vive desde Guantánamo, te das cuenta que no es debido a tu mala suerte. Si todos estamos mal, la responsabilidad no puede ser nuestra”.

Antes de las calles, las redes sociales fueron el escenario de encuentro de los cubanos. “Sin internet, lo que pasó no hubiera podido pasar”, zanja Gordo. Tan consciente fue el Gobierno de aquello, que una de sus primeras medidas fue bloquear el acceso a la red. Según confirmó el observatorio global de internet, NetBlocks, las redes sociales y las plataformas de mensajería en Cuba se interrumpieron desde el 12 de julio.

“Las métricas muestran que las plataformas de comunicaciones WhatsApp, Facebook, Instagram y algunos servidores de Telegram, están interrumpidos en ETECSA (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba), incluida Cubacel, la red celular operada por la única empresa de telecomunicaciones de Cuba”, señaló en una nota pública. Del cerco, que aún se mantiene, se huye a través de VPN (tecnología de red privada) o a través del teléfono fijo, como logró comunicarse Diversent con su madre.

“Ella es una mujer de 60 años, con discapacidad física. No ha salido de la casa. Tiene mucho miedo”, detalla la activista. Este lunes las calles de La Habana y de los grandes centros urbanos de la isla amanecieron militarizados. El velo en las comunicaciones sume también en la oscuridad las cifras de la represión. El Gobierno no clarifica aún capturados, heridos y mucho menos muertos. Desde el exilio, organizaciones cubanas hablan de más de 60 desaparecidos (que es probable que estén capturados), decenas de heridos e incluso la posible existencia de víctimas fatales.

Antes de las calles, las redes sociales fueron el escenario de encuentro de los cubanos.

“Algo que me sorprendió es que en las protestas hubo gente joven y también personas que ya vivieron la crisis de los años 90, con la caída del campo socialista”, dice Diversent, “a ellos, 30 años después, les vuelve a pasar lo mismo. La gente ya no quiere pasar por eso otra vez. Es la misma generación a la que le pasa lo mismo dos veces. ¿Y el avance?”. La ruptura es por todas las bandas.

Los cubanos que nacieron después de los años 90, los hijos de esa gran crisis, no conocieron los primeros años de la revolución, cuando se conservaba aún el mito. “Esos sí que no tienen compromiso”, finaliza Diversent. Son los jóvenes que se sienten tal vez más representados en consignas como las del grupo musical Gente de Zona que, negándose a la patria o muerte de Castro, prefirieron cantar “Patria y vida”.


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