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Agrio y mohoso, así amanece el pan que reciben los cubanos por la libreta si lo guardan de un día para otro

Las críticas al pan normado que se está vendiendo por la libreta de abastecimiento últimamente en Cuba, se riegan por toda la geografía nacional como pólvora, y es que la gente está muy descontenta con la calidad del alimento más importante de la dieta del cubano.

Julio, un jubilado de la construcción de Holguín, no ha comprendido bien por qué el alimento se ha elaborado tan pobremente en los últimos tiempos, pero aseguró que, encima, ha habido gran inestabilidad en la calidad (pues a veces está difícil de ingerir, y otras veces está incomible).

Comentó que la fluctuación cualitativa del pan se puede deber tanto a la negligencia de los trabajadores, como a la aptitud para la labor de los diferentes turnos de trabajo, como a la calidad de la harina de trigo con la que tienen que trabajar.

Contó que hay días donde la unidad normada que le toca se muestra con un color oscuro y un sabor agrio, otros días donde aparece blanco y suave, a veces está medio crudo, luego está duro como una galleta, y después se desmorona al intentar abrirlo.

Empleados de las panaderías de la ciudad cabecera de Holguín han confirmado que «la calidad variable de la harina es la principal razón por la que el pan mejora o empeora». Debido a que la mejor materia prima resulta insuficiente, se debe mezclar con otras de peor calidad, sobre todo desde que el Gobierno cubano (en el pasado mes de mayo) anunció la aplicación de nuevas medidas para enfrentar la escasez nacional de harina de trigo.

Algunos maestros panaderos han reconocido que hay ocasiones donde ni siquiera pueden aumentar la masa con harina de maíz porque este también es de importación y escasea, por lo que cada vez más se debe recurrir a ingredientes que darán peor sabor y textura al pan (como la yuca o la calabaza).

Los trabajadores de las panaderías se han quejado porque a ellos les llegan todas las protestas y todas las culpas por la mala calidad del producto, cuando ellos tienen que trabajar lo mejor posible con los pobres materiales que le son suministrados.

Idania, una ama de casa, alegó que ella y su esposo se ven obligados a renunciar a su pedazo de pan para que sus hijos puedan merendar, porque ya nadie vende pan liberado, y si sí, su precio acaba con el bolsillo.

Aseguró que el «pan de la cuota» amanece agrio y mohoso si se deja reposar de un día para otro, por lo que se debe comer el mismo día que se compre.

El pan liberado solía ser el salvavidas de la mayoría de las familias en Cuba para paliar el hambre, sobre todo porque contaba con buena relación calidad-precio y no había límites de compra, pero hace meses que se ha desaparecido en toda la isla.


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