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¿Qué pasó con el espacio Aventuras de la Televisión Cubana, que tantos sueños le regaló a los niños y jóvenes en la isla?

El periodista del diario oficialista provincial Tribuna de La Habana, Pavel López Guerra, dedicó un artículo a recordar al popular espacio Aventura cubana de la televisión estatal, uno de los preferidos de los cubanos desde su creación en la década de 1950.

López se preguntó desde su serie de 3 textos a dónde fueron a parar las aventuras cubanas que hace años que no se las ve. Lamentó que la razón de la desaparición de uno de los géneros predilectos del público, el que mayores sueños despertaba y el que marcaba cándidamente a cada generación de cubanos, sea la falta de recursos que el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) lleva años sufriendo.

El reportero criticó las constantes repeticiones de la televisión estatal, por lo que aseguró que resulta inminente rescatar el espacio y crear nuevos y sugerentes materiales, en cuanto el contexto lo permita.

Ahondó en que las causas del olvido de las aventuras recaen en la crisis económica actual, la crisis sanitaria de la pandemia de coronavirus y el evidente «desinterés de los jóvenes egresados de las academias de medios audiovisuales por la temática».

López no pudo dejar de reconocer que el rescate de este género resulta casi imposible de llevar a cabo por la amplia necesidad de recursos que se necesita para aparentar el realismo de esas historias asombrosas, y que ya desde hace décadas se le llamaba la «‘Cenicienta’ del dramatizado en Cuba» por la precariedad económica con la que se trabajaba en este género en especial.

Para apelar a la nostalgia, López recordó varias fragmentos de la televisión en Cuba, haciendo hincapié en sus inicios, y la grandísima incidencia que tuvo la ideología política de la Revolución en los nuevos guiones, cuyos héroes pasaron de ser románticos a rebeldes y proletarios.

No pudo evitar constituir una breve lista cronológica de las aventuras que más gustaron:
– Samarkán (Sirio Soto, 1954)
– La isla del tesoro (Antonio Vázquez Gallo, 1963)
– Robin Hood (Silvano Suárez, 1964)
– Los vikingos (Erich Kaupp, 1967)
– Los mambises (Antonio Vázquez Gallo, 1969)
– Tupac Amaru (Raúl Pérez Sánchez, 1971)
– Los comandos del silencio (Eduardo Moya, 1971)
– Puerto Rico libre (Eduardo Moya, 1975)
– El mambisito (Erich Kaupp, 1980)
– La cueva de los misterios (Eduardo Macías, 1986)
– Hermanos (Eduardo Macías, 1988)
– Los Papaloteros (Eduardo Macías, 1991)
– Shiralad (José Luis Jiménez, 1993)
– El tigre (Willy Franco, 1993)
– Blanco y negro NO (Charlie Medina, 1994)

Aseguró que aunque se ha tratado de crear nuevas aventuras en las últimas décadas, no se ha alcanzado el éxito porque se han seguido fórmulas antiguas y obsoletas que aunque habían sido eficaces en el pasado, no funcionaban si no se ajustaban al presente.

Dicha estrategia se pudo ver en la elección de López de la narrativa de alta densidad conceptual (El elegido del tiempo); el reciclaje del espíritu y las temáticas fundacionales con anclaje en la herencia radiofónica (Los tres Villalobos); la aventura clásica de reconstrucción epocal (El medallón, El príncipe de los zorros, El caballero del rey); la revalidación del mito del héroe justiciero (La leyenda del rayo); el montaje irreverente de géneros con ínfulas de posmodernidad (El guardián de la piedra) o la evocación romántica de las gestas independentistas cubanas (Memorias de un abuelo).

Añadió que los «intentos más loables» constituyeron Coco verde y Enigma de un verano de Roly Peña.

De acuerdo a los comentarios en el diario Tribuna de La Habana, la nostalgia por las aventuras inunda a los cubanos.

Leonel Plasencia señaló que fue el mejor espacio televisivo de su niñez, que le dio cultura, le hizo leer, que le enseñó a defender la patria, y que debería priorizarse presupuesto para este tipo de programas.

Por su parte, Jorge opinó que, puede que las nuevas generaciones no lo logren entender, pero definitivamente ese espacio era uno de los más demandados.

Este espacio, según la maestra Marlene Santana, resulta «necesario» porque «aporta cultura, conocimiento de obras literarias y contenidos históricos tan importantes para una educación integral de niños y jóvenes», «además de entretener de forma sana».

Omar Duguez Álvarez mencionó que hasta los horarios de las retransmisiones no se respetan, colocándose en la parrilla justo antes de la Mesa Redonda y, por tanto, subordinándose a su extensión. Mientras, las series extranjeras no sufren problemas en la transmisión. Dijo que ya se ha planteado a las autoridades del ICRT pertinentes estas inquietudes, pero no hacen nada al respecto.


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