Es cierto que hace décadas que el pueblo cubano no degusta un trozo de pan bien hecho, pero los engendros que el Estado ha vendido en el último mes no se pueden considerar ni comestibles.
De por sí, el Gobierno cubano se desentendió hace muchísimos años de velar por las buenas prácticas del proceso de elaboración de este alimento, pero ya la ineficiencia y negligencias de los responsables y los ejecutores es tanta que la población ya ni recuerda lo que era un pedazo de pan con calidad. Más de una vez se ha conocido de panaderías con falta de personal competente (administradores o maestros panaderos), notable falta de higiene y robo de materias primas, resultado evidente en unidades mal cocinadas, sin grasa, bajas de peso y con horroroso sabor.
Los dirigentes y altas figuras del país no reciben el mismo pan que la población, por eso nunca han sentido la urgencia por erradicar estos problemas.
Claro, antes el pueblo protestaba y nadie hacía nada al respecto porque el pan vendido por la libreta de abastecimiento era subsidiado y valía 5 centavos, pero con el aumento de valores asociados a la implementación de la Tarea Ordenamiento en enero de este 2021, el precio de la misma unidad de pan diaria aumentó por 20 veces su valor original.
Sin embargo, su lamentable calidad no solo permaneció en un bajísimo nivel, sino que decayó mucho más desde que las autoridades nacionales anunciaron una grave escasez de harina de trigo (como consecuencia de problemas con los pagos de los suministros, a causa de la profunda crisis económica que enfrenta el país actualmente).
Lo más difícil de asimilar es que, aún pagando 1 CUP por esa pequeña piedra amarilla, constituye la mejor forma de no morir de hambre, tomando en cuenta los abusivos precios con los que los cubanos tienen que vivir hoy día.
La población no encuentra un momento inoportuno para protestar por la calidad del pan, el que ahora está siendo elaborado con harina de maíz, calabaza, yuca y plátano con tal de estirar la poca harina de trigo aún disponible en el país.
En muchas provincias al menos se están llevando a cabo estos fatídicos experimentos para lograr cumplir con el plan de pan normado, pero en muchas otras se ha restringido la venta de este pan a personas que no entren dentro de determinados grupos etarios vulnerables, y en otras la gente hace su cola y no alcanza a comprar, por lo que se tiene que ir a dormir sin cenar.
Este alimento, que muchos han denunciado ser «duro, ácido y casi incomible», es la única manera de hacer frente a la miseria y al hambre que se está experimentando en el país, y no se puede ni tener esperanzas en que próximamente repartirán casabe porque ni la cosecha de yuca han sido capaces de cumplir.
