Darién, el niño de padres cubanos que nació en la selva panameña del mismo nombre, ya cumplió dos años de vida mientras aguarda junto a sus progenitores el poder llegar a Estados Unidos.
El pequeño Darién fue bautizado con el mismo nombre de la selva que lo vio nacer, la cual constituye una peligrosa frontera natural entre Colombia y Panamá, que atraviesan los migrantes con la intención de seguir viaje a la nación norteamericana.
Fue hace casi un mes que Darién cumplió los dos años. En estos momentos permanece junto a sus progenitores en uno de esos sitios que representa una escala obligada en la migración irregular hacia la frontera norte y que la familia ha pedido no revelar durante la conversación sostenida con el periodista Ricardo Quintana, de Martí Noticias.
Gladys, la madre de Darién, tenía ya otro hijo de dos años que la acompañaba en la travesía cuando el pequeño nació. Había salido desde Trinidad y Tobago con ocho meses de embarazo y el parto la sorprendió en medio del trayecto, luego de cinco días de haber iniciado el recorrido junto a otros migrantes de la Isla.
La llegada al mundo de Darién se produjo en una choza indígena y por fortuna contó con la asistencia de una enfermera cubana, identificada como Bárbara, que también viajaba en el grupo.
“Yo siempre agradezco a Dios que mi hijo esté sano y estemos sanos los dos, porque fue una experiencia muy difícil haberlo tenido en la selva sin ninguna condición”, comentó Gladys al referido medio. “Hasta ahora se siente bien, el es chiquito, por lo menos está alegre”, dijo.
“Siempre está jugando con su hermanito, gracias a Dios tiene un hermanito. Siempre juegan los dos”, explicó. Sin embargo, reconoce que la situación actual es complicada. “Mientras mi esposo trabaja, no puedo trabajar, porque quién me cuida a los niños”, añadió.
