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Las remesas sirvieron para los cubanos para abrir negocios, ahora para mitigar el hambre

El papel de la remesas a Cuba ha mutado significativamente en el último lustro y hasta en los últimos 15 años, pues, las que en 2009 (cuando Estados Unidos liberó los envíos) constituían un gran componente del flujo financiero de la isla (el que fue la base para asentar miles de negocios privados en Cuba), ahora han desaparecido.

Su rol como promotor y basamento de negocios por cuenta propia fue abandonado en 2016 por limitaciones impuestas por el propio Gobierno cubano. Esto se dio a causa de la inminente amenaza que significaba el sector privado (que crecía exponencial y rápidamente) para la autonomía y rentabilidad del sector estatal, el que estaba siendo desplazado.

Los emprendedores cubanos dedicados al sector turístico tenían el 20% de la planta habitacional para la renta a turistas en 2010, y para 2016, ya habían acaparado el 47% del total, según datos del Havana Consulting Group.

La capacidad de hospedaje de las cadenas hoteleras estatales fue superada ampliamente por el sector privado en Viñales, La Habana y Trinidad. Pese a que GAESA continúa siendo el pilar de la controlada economía nacional, el conglomerado militar se vio severamente amenzado por el crecimiento del sector privado de un 268,70%.

De 2010 a 2016, los cuentapropistas pasaron de ocupar el 30% de la gastronomía cubana al 79% del mercado. A pesar de que aún existían miles de restricciones impuestas por el Gobierno cubano, los emprendedores consiguieron desarrollarse considerablemente. Los trabajadores privados tenía el 66% del mercado de los taxis (del transporte) en 2010, y lograron hacerse con el 77% para 2016.

El desarrollo y éxito que habían logrado los trabajadores particulares (aún sin contar con plenas libertades) significó tal peligro para el grupúsculo más conservador y retrógrado de la cresta de poder cubana que quisieron cortar de una vez su espíritu inversionista y autónomo, como si se tratara de una rebelión y el pueblo cubano fuera el monto de esclavos a los que hay que amaestrar y amonestar.

Entre los nuevos limitantes, se estableció que los cuentapropistas no podían extender su negocio, crear nuevas unidades, expandir sus operaciones o crear nuevos puestos de trabajo, además de invertir en otro tipo de negocio.

La personalidad jurídica nunca fue concedida ni se crearon los mercados mayoristas; solo se toparon los precios y se elevaron aún más los impuestos (con una carga impositiva del 50% sobre sus ganancias).

En vez de entregar más licencias, mandaron a la quiebra a algunos negocios muy exitosos. Cuando el boom del cuentapropismo cubano se cortó en seco en 2016, las remesas dejaron de representar un papel en el flujo de inversión en el país.

El comportamiento de la administración cubana en ese tiempo demostró de una vez por todas que no se tenía intención alguna de permitir el desarrollo del sector privado, sino que se pretendía dar la ilusión de que la población tenía algún que otro derecho.

Las remesas quedaron totalmente sepultadas como vía de inversión en la isla en el recientemente celebrado VIII Congreso del Partido Comunista, así que ahora solo quedan como símbolo de la hambruna que sufre el país y como recuerdo de la prosperidad que los cubanos podían haber llegado a alcanzar, anhelo que ahora vuelve a tomar forma en la emigración.


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