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Servicio Militar Obligatorio para mujeres en Cuba, la polémica propuesta que Raúl Castro podría dejar como legado tras despedirse del poder

Raúl Castro se retiró de la vida política a sus 89 años de edad durante la celebración del VIII Congreso del PCC, un suceso histórico (el fin de la era Castro en Cuba) que dejó andando una cierta cantidad de rumores como consecuencia. El ex mandatario cubano sugirió la revisión de la posibilidad de implantar el cumplimiento obligatorio del Servicio Militar Activo para todos los estudiantes que aspiren a matricular en la universidad, lo que implicaría que lo que es ahora una opción para las mujeres, se convierta en un requisito (como en el caso de los hombres).

Todos los estudiantes (sin distinción de género) que han ingresado en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) desde 2002, han cumplido con un año de servicio militar. Haciendo alusión al Artículo 4 de la Constitución, el que estipula que la defensa de la patria socialista se considera “el más grande honor y deber supremo de cada ciudadano”, Castro planteó que se podría ampliar esta regulación a todas las carreras universitarias.

Como todo cubano sabe que lo que diga un Castro (o compañía) constituye una orden disfrazada de sugerencia, la población ya lo da por hecho y se halla muy descontenta con la aún no confirmada decisión.

Ya el dirigente ha mostrado en ocasiones anteriores su latente preocupación por el decadente relevo de las fuerzas armadas cubanas, dado que el envejecimiento poblacional nacional alarma más que nunca y las nuevas generaciones están cada vez mucho menos interesadas en defender a la patria, en apoyar al sistema castrista y en creer en una prosperidad social para Cuba; por lo que solo presentan disposición para evadir el servicio militar obligatorio con cualquier tipo de artimaña y estrategias «sociolistas», lo mismo con un soborno que con un diagnóstico clínico falsificado o algo de rebeldía.

Las mujeres cubanas tienen el derecho de cumplir un año de Servicio Militar Voluntario Femenino (SMVF) para acogerse a la Orden 18 (vigente desde 1984) y así lograr acceder a la universidad, una vez alcanzados resultados positivos en las Pruebas de Ingreso a la Educación Superior y “en la preparación combativa, política, y mantengan una correcta disciplina militar”. En realidad, esta alternativa no es comúnmente aceptada por las jóvenes, pero se entiende que el Gobierno se interese por comprometer la aspiración de convertirse en profesional a esta nada atractiva actividad, pues constituyen el 65% de los estudiantes universitarios en el país.

El rechazo a la obligatoriedad de la medida ya comienza a ser evidente en la población, además que muchos creen que imponer a las mujeres el servicio militar provocaría un decrecimiento en la masa estudiantil universitaria, pues hasta se celebra que mujer libremente elija prestar servicio militar, pero que se convierta en un requisito establece muchas limitantes.

Los hombres han estado sometidos durante más de seis décadas al mandato de pasar el Servicio Militar, una medida para respaldar el presunto peligro de guerra y el estereotipo de la superioridad física masculina en dicotomía con la delicadeza femenina.

Por este motivo, es común que la población vea esta iniciativa como un abuso y, en cambio, no presente resistencia alguna contra «el verde» de los hombres.

Con la necesidad de producir galenos en masa para suplir la venta de estos servicios en el mercado internacional, el Gobierno exoneró del año militar a aquellos que hubieran obtenido la carrera de Medicina.

La idea de incluir a las mujeres con aspiraciones universitarias a la obligatoriedad del servicio militar se debe a factores múltiples, entre los que se destacan la baja natalidad y el acelerado envejecimiento poblacional, así como el creciente desapego de las nuevas generaciones por todo lo que huela a formación político-ideológica.

Aunque también otros motivos pueden haber comenzado esta cadena de reflexiones por parte del Gobierno, como la lucha global por el empoderamiento femenino, algo que ha influido significativamente en la cosmovisión de las mujeres cubanas, sobre todo de jóvenes profesionales.

La supervivencia del sistema tiene una piedra angular en el adoctrinamiento, que se impone en el servicio militar y que ayudará a aplacar el sentimiento antisistema que se expande por las universidades de la isla.

La opinión pública y el sentido práctico de las nuevas generaciones tendrán supuestamente voz y voto en la aprobación final de la “idea en estudio”. De por sí, el salario de un profesional cubano no es algo a lo que aspiren muchos, lo que significa que las muchachas verán en el servicio el desperdicio de un año de sus vidas, sabiendo que el nivel que les dará la universidad no otorga salario digno ni realización personal.


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