Fulgencio Batista Zaldívar constituye una de las figuras más conocidas de la historia de Cuba: el presidente del Gobierno despótico que fue derrotado cuando llegó al poder la Revolución de Fidel Castro. Batista nació el 16 de enero de 1901 en la ciudad de Banes (Holguín), y halló su vocación como taquígrafo en el Ejército Cubano luego de dejar los estudios.
Participó en la Revuelta de los Sargentos en 1933 (cuando ya había alcanzado dicho rango), un golpe de Estado llevado a cabo por un grupo de militares que se rebelaron contra el gobierno del general Gerardo Machado, presidente de Cuba en aquel entonces. Adquirió en ese momento el rango de coronel en jefe del Estado Mayor, por lo que constituyó la figura militar más importante del país. Ganó las elecciones generales de 1940, representando a la Coalición Socialista Democrática.
De una forma u otra, Batista controló el poder del país desde 1933 hasta 1959. Permitió en esos años las facilidades que necesitaba Estados Unidos para lucrarse mediante la explotación de los recursos de la isla y autorizó la libre circulación de los grandes capos de la mafia norteamericanos en Cuba. El militar cubano comenzó a establecer vínculos con la mafia estadounidense cuando hizo sus primeros negocios con el gánster judío Meyer Lansky en 1933. Este operó entonces los casinos y los clubes nocturnos cubanos mientras donara 3 millones de dólares para Batista y sus aliados.

Ramón Grau San Martín ganó las elecciones en 1944 y la presencia de la mafia en Cuba se disipó un poco, pero en 1946 se celebró aquí uno de las reuniones más grandes del mundo criminal, con la participacion de figuras como Albert Anastacia (Familia Gambino), Frank Costello (Familia Genovese), Lucky Luciano (Familia Genovese), Santo Trafficante (Familia Trafficante) o Vito Genovese (Familia Genovese), quienes se reunieron en el Hotel Nacional mientras Frank Sinatra amenizaba el evento.
Fue en ese momento que La Habana se convirtió en el paraíso del entretenimiento por excelencia en el Caribe, condición por la que adquirió fama mundial, cuando Lansky y Batista decidieron transformar la ciudad en el lugar más famoso de América, impulsado por el turismo. La Habana se llenó rápidamente de hoteles, bares y casinos de lujo.

La naciente industria del juego en Cuba estuvo a cargo de Lansky, como también lo estuvo la aportación del capital necesario para la construcción de casi todas las edificaciones. Se construyeron más de 50 hoteles-casinos, desde el litoral norte de la ciudad hasta Varadero: el Cabaret Tropicana, el Hotel Comodoro, el Hotel Sevilla, el Hotel Capri, el Hotel Deauville, etc. Todos funcionarios como tapadera para lavar el dinero de la mafia estadounidense.
El Hotel Nacional fue comenzado a construir en 1955, y contó con el Cabaret Parisién y con el Casino Internacional Wilbur Clark (en honor al magnate de Las Vegas), los destinos más populares de América. Lo que fue el Parisién para el Hotel Nacional, lo fue el Cabaret Salón Rojo para el Capri, además del atractivo que aportaba el actor norteamericano George Raft como anfitrión de su casino.

La época dorada del mundo del juego en la isla se dio entre 1952 y 1958. En contraposición, la Revolución triunfante en el 59 prohibió todo tipo de juegos de azar en el país y desterró a los mafiosos norteños del territorio. Batista logró huir de Cuba en un avión hacia República Dominicana y de allí emigró para España, donde falleció el 6 de agosto de 1973.


