Hace algunos meses estuvo circulando en Cuba el caso de las latas de tomate vendidas en el parque de San Ramón y Sedano, en Camagüey, donde su contenido defraudó a más de uno de los compradores.
En otra ocasión, un camión perteneciente a una mini industria de Sancti Spíritus parqueó en las inmediaciones de dicho sitio y al momento acudieron numerosos interesados que, luego de comprar el producto y posteriormente abrirlo en sus hogares, se llevaron buen chasco.
“Abrí la lata, era cualquier otra cosa, pero ni pasta ni puré de tomate. Es una lástima el gasto de tanta hojalata en un producto que no reúne los parámetros de calidad para comercializarlo”, dijo uno de los compradores.
Precisamente desde la provincia de Camagüey se reportó recientemente un caso similar en el punto de venta ubicado en la esquina de las calles San José y Bembeta, perteneciente al mercado agropecuario estatal El Coco.
Héctor Terrón estaba interesado en adquirir el susodicho “puré de tomate”, a la venta en dos formatos, uno grande a $ 200 y el de 1 600 gramos a $ 125. Ireida Agüero Álvarez, una conocida del barrio, lo alertó murmurándole sin mucho aspaviento: “no la compré, tengo una amarga experiencia”. Maricel Rodríguez López no corrió la misma suerte que Héctor. Había preparado pollo y le echó la mezcla. La reacción de su familia fue tajante: “no lo emplees más”.
Al respecto, el director de la unidad empresarial de base de Conservas y Vegetales de Camagüey, Rugni Díaz Duro, aseguró que la “pasta de tomate” en cuestión no fue elaborada en ninguna de las entidades pertenecientes a la Empresa Nacional de Conservas y Vegetales, sino por min industrias que en ocasiones emplean procedimientos inadecuados y adulteran el producto con calabaza, fruta bomba y colorantes.
“Normalmente se puede usar extensores de ese tipo, pulpa de mango, con determinado porcentaje y las dosificaciones establecidas. Nosotros, hasta ahora, no lo hacemos en la industria”, aclaró.


