Una de las concurridas cafeterías habaneras de la calle J, El Torpedo, bajando desde la colina universitaria (El Vedado), ha optado por promocionar una simpática ruleta con bolitas de colores que representan variadas y atractivas ofertas. De no implementar este tipo de iniciativas y cambiar a la modalidad de comida para llevar, este negocio hubiera perecido en medio de la grave crisis económica y epidemiológica.
Tres en fila detrás de la barra desarrollando su rol: un joven que arma los deliciosos sándwiches, un dependiente que lleva el pedido y la caja, y el animador. En la ruleta se puede jugar gratis si se ha comprado comida en lo que se espera por el pedido.
En la misma manzana se pueden divisar otros 6 o 7 negocios privados de semejante tipo y calidad, pero este comercio es, sin dudas, el de mayor clientela.
Un joven comenta que sabe que, probablemente, el «premio» que gane por jugar a la ruleta venga incluido en el precio, pero es un momento divertido en medio de la espera y no se pierde nada con probar suerte.
A cada cual le toca una cantidad de turnos para tirar en correspondencia con la cantidad de comida que compró. El empleado mueve la palanca y rota el bombo hasta que sale desprendida una bola blanca, lo que significa que el jugador tiene derecho a un tiro extra aunque se hayan acabado los correspondientes a su compra.
Gracias a la bolita blanca, el cliente gana una rebaja del 5% en el monto total de la cuenta. Tres muchachas compran varios sándwiches y les dan 4 turnos para tirar, pero todas las bolitas elegidas fueron negras, lo que significa que no se logró nada, pero una de ellas recuerda que fueron 5 compras (en vez de 4) y logran un jugo gratis en el último intento gracias a la bolita amarilla.
Un premio muy codiciado es el de un paquete con pedazos de chorizos para sazonar frijoles.
Este tipo de juegos de azar están altamente prohibidos en la isla desde hace décadas, así que esta iniciativa resulta grata y novedosa para el cliente que nunca ha tenido la posibilidad (legal, al menos) de probar su suerte.
Otros comercios de la zona han optado también por ofertar algunas condicionadas gratuidades, debido a la difícil situación en la que los ha dejado la pandemia del virus de la COVID-19.
No solo las ofertas con una diferenciación económica llaman la atención y destacan entre sus similares en estos momentos, sino cualquiera que muestre una identidad propia que los haga mucho más atractivos, como la de ser un negocio ‘green’ y elaborar o utilizar envases ecológicos para la comida a domicilio, la única modalidad en la que un establecimiento gastronómico privado puede operar actualmente.
Un empleado de El Toke, restaurante de la calle Infanta, menciona que antes tenían más tiempo con el cliente para lograr que este se quedara en el local, pero ahora solo tienen pocos segundos y la única interacción es mediante una ventanilla.
Los emprendedores cubanos ya no saben qué inventar para sobreponerse a la competencia: la mayoría (que no han se han visto obligados a cerrar) han volcado toda la creatividad en las redes sociales para dar promocionar a los negocios, y han contratado mensajeros a domicilio, aunque siguen enfrentando la escasez de insumos y el incremento de los precios como el mal mayor.
Roxana, comerciante de plantas varias de 41 años, comenta que nunca se imaginó que las personas adquiriera esa tipo de artículo sin llegarse al local para verlas, porque se trata de algo muy personal, por lo que había perdonas que pasaban varios minutos intentando decidirse mientras contemplaban el inventario.
La pandemia provocó que Roxana y su esposo recurrieran a la creatividad para reestructurar su fuente de ingresos: un catálogo de WhatsApp. Cada elemento tiene un video que enseña el ejemplar desde varios ángulos y algunos consejos para el cuidado una vez comprado, proceso que, por supuesto, se desarrolla a domicilio.
Un simpático carpintero, al doblar de la casa de Roxana, promociona a través de una aplicación para celulares «muebles para estar cómodos en la pandemia», y hasta entretenidos porque, entre un sofá, una cama con colchón o unos sillones de madera para la terraza, también propone una oferta de una mesa de comedor con seis sillas o más con un juego de dominó incluido.
Acondicionó las ofertas en forma de combos variados, que permiten que el cliente adquiera almohadas en la compra de una cama grande, o un composición de helechos junto a los muebles de terraza. Mentes abiertas, ingeniosas y en constante evolución constituyen nuestros emprendedores, sacando de donde no hay para sobrellevar esta etapa con la mayor dignidad posible.
