El único servicio de oncología de la provincia de Sancti Spíritus, en el hospital Camilo Cienfuegos, fue paralizado recientemente debido al increíble aumento de casos positivos a la COVID-19. También fue interrumpido el servicio de neurología.
La gravísima escasez de medicamentos se ha sumado a la paralización de los tratamientos para crear un muy peligroso combo que vuelve a los pacientes de oncología más vulnerables que nunca.
Hasta el cierre del servicio, se llevaban a cabo, de forma ambulatoria, tratamientos con citostáticos (medicamentos que demoran o detienen el crecimiento de las células cancerosas) y se admitieron algunos ingresos.
Esteban, un espirituano que llevaba a su padre al hospital cada semana, alegó que el estado de salud de este ha empeorado significativamente desde que llegó la pandemia de coronavirus a la isla y se asentó el desabastecimiento de medicinas.
La especialista que atendía al enfermo le indicó que debía trasladarlo a Santa Clara para continuar su tratamiento allá, puesto que la paralización del servicio en el territorio espirituano se dio a causa de la gran cantidad de contagiados con coronavirus que hay en el hospital.
Esteban se quejó por la normativa de que los pacientes se trasladen solos hacia las instalaciones santaclareñas, pues estos suelen sufrir desmayos y severos malestares cuando reciben los medicamentos y resulta peligroso que estén sin acompañante.
Amparo Inés Chaviano, una amiga cercana de la familia y quien también padece de cáncer de pulmón, al menos está recibiendo radiación.
Esteban señaló que los tratamientos se establecen en dependencia de la fortaleza que evidencie el paciente para soportar los efectos de los fármacos. Su padre solía recibir la vacuna EGF (cimavax), pero esta está en falta desde hace 5 meses
El Centro de Inmunología Molecular (CIM) de La Habana fue el encargado de producir dicha vacuna, la que estuvo en el punto de mira de todos los medios hace 5 años, cuando se iniciaron sus ensayos clínicos en Estados Unidos; pero la industria farmacéutica cubana (como todas las industrias cubanas) no ha logrado alcanzar y mantener una estabilidad en el suministro nacional.
El producto, que se cotiza en 1.000 CUP cada pomo, se destina a pacientes con cáncer de pulmón en etapa avanzada, cuya aplicación reduce significativamente el tamaño del tumor, según el periódico Granma.
Tras cuatro meses persiguiendo el medicamento sin resultado, el espirituano, acudió a la doctora que atiende a su papá en aras de encontrar una solución viable, pues se confió pensando que el tratamiento estaba garantizado.
La hermana de otra paciente resolvió, en La Habana, una decena de bulbos en el mercado informal, por lo que tiene confianza en que podrá soportar el tiempo en que vuelva a tener disponibilidad la vacuna en su provincia.
La hermana se las envió en una especie de nevera que ella misma fabricó con poliespuma, puesto que se requiere de una temperatura de entre 2 y 8 grados para su conservación y traslado, y consiguió pagarle a un chofer de un ómnibus interprovincial para hacer la entrega.
Entre todos los gastos, resultaron alrededor de 20.000 CUP, y lamenta la escasez porque, si no hubiera sido por el dinero y la astucia de su familiar, ella estaría ahora sin sueros y sin vacuna como todo el resto.
Datos oficiales de 2020 muestran que la sala para los pacientes del departamento de Oncología del hospital Camilo Cienfuegos contaba con 34 camas. Hasta junio de dicho año, un promedio de 70 personas recibían quimioterapia; 50, radioterapia; y otros 30, vacunas, «algunas incluidas en ensayos clínicos nacionales».
Pese al buen rendimiento que tienen los tratamientos oncológicos según los medios estatales, la doctora le informó a Esteban, a inicios de este mes, que solo podía ayudar a su padre indicándole un ciclo con otros citostáticos, lo que la familia aprobó.
Sin embargo, es igual y hasta más complicado este plan, pues «estos sueros, al ser ionizantes, contienen varios fármacos de preparación y limpieza de las venas». La reacción es demasiado brusca al no haber sodio, dipirona ni benadrilina y, con la inestabilidad con que se abastecen las farmacias en la isla, debe estar constantemente telefoneando a la farmacia interna del hospital para saber «si entró algún buchito de medicamentos».
