La inminente dolarización de la economía cubana se ha estado expandiendo rápidamente por el panorama comercial cubano, y dada la constante incertidumbre que ha levantado la bizantina Tarea Ordenamiento en el cubano medio, algunas cadenas hoteleras cubanas (como Gaviota y Cubanacán) han querido bajar los humos, aún sin ofrecer ningún comunicado oficial para no comprometerse demasiado.
Estas han lanzado catálogos promocionales en los que, al parecer, se planea hacer convivir al peso cubano y al dólar en «igualdad de condiciones» y evitar las actitudes discriminatorias hacia los turistas nacionales que deseen hacer uso de su fondo en Moneda Libremente Convertible (MLC) para este fin, pero aún no se ha especificado que sucederá con los servicios hoteleros para los cubanos con detalle, más allá de las ofertas de paquetes vacacionales con modalidad de “todo incluido”.
Muchos se preguntan qué pasará con los servicios de las lujosas instalaciones de Kempinski, Iberostar y Accor (¿los acondicionarán para poder ser pagados en CUP?), pues estas cadenas extranjeras todavía no han podido recuperar ni una décima parte de la inversión total hecha para levantar tales maravillas.
La pregunta es: ¿el cliente cubano podrá pagar en CUP y en igualdad de condiciones con los turistas extranjeros cualquier servicio hotelero y turístico: bares, discotecas, cabarets, restaurantes, piscinas, rentas de autos, paseos en yate, saltos en paracaídas, baños con delfines, gimnasios, masajes, menú de almohadas, room service y tiendas?
No hay nada claro. Ninguna autoridad se ha dedicado o arriesgado a realizar ninguna declaración pública al respecto. Pero si algo está asegurado es que el dólar ya supera al peso cubano en casi todos los ámbitos de la economía nacional y con tendencia al crecimiento, el que ya se cotiza en el mercado negro a casi el doble de la tasa de cambio oficial fijada por el Gobierno de 1×24.
Lamentablemente, las leyes cubanas establecen una línea que la realidad nunca seguirá, y es que, en la práctica, el cubano nunca será atendido como el extranjero en la isla.
Desgraciadamente, los cubanos no pueden darse el lujo de malgastar sus reservas de MLC, y la mayoría de la poblacion, de hecho, no tiene ni un solo acceso a la codiciada moneda, además de no poder siquiera pensar en comprar dólares en el mercado negro con su salarios.
Un usuario en Facebook comentó, en una publicación donde alguien preguntaba sobre el asunto, que si se permite pagar en CUP, mejor le manda dinero a sus familiares en la isla, ellos lo cambian según la tasa informal y luego reservan.
La idea no es mala, pero atormenta a muchos la incertidumbre de si el Estado venderá bienes y servicios en peores condiciones solo por el propio rechazo que le propina a la moneda que él mismo acuña.
Los ingeniosos empresarios, mientras, ya han ido elaborando esquemas para contener el crecimiento de clientes en pesos cubanos, entre los que de seguro se han postulado medidas como la generación de distinciones entre los que pagan con pesos y con los que lo hacen con dólares.
Bloques habitacionales internamente determinados por la administración de la cadena hotelera para un tipo de cliente, y hasta prioridades en la política de reservas y promociones especiales serán males que pronto enfrentarán los cubanos y sus pesos.
Según un empleado de un hotel, las diferencias no son tan tangibles, pero sí fácilmente imaginables por los clientes, como que a los cubanos no le renuevan las toallas y la ropa de cama con la misma frecuencia, y la calidad de los productos que se les ofrecen es peor. Las comidas y bebidas son también menos buenas y presentan poca variedad cuando hay más cubanos que extranjeros en las instalaciones.


