El polémico vídeo de Sandro Castro alardeando de conducir un Mercedes Benz a altísima velocidad en una carretera cubana ha generado una ola de críticas que muy pocas veces se había visto en Cuba, y esto ha llevado a notar que las cifras de la desigualdad económica y social en el país, pese a no ser públicamente difundidas, están más que claras: en la isla viven cubanos muy adinerados que atropellan la gran propaganda del Gobierno comunista que ha «intentado» abolir las clases por más de 60 años (pero que, en realidad, las propicia).
A pesar de que se conoce que la desigualdad económica y social desde hace más de una década se podría dar de acuerdo a profesión (artistas o deportistas, por ejemplo, con beneficios como viajar al exterior), moneda salarial (CUC, CUP o incluso USD) y tipo de empleo (privado o estatal), no se conocen realmente las cifras de diferencias en el nivel adquisitivo en la población cubana.
Ricardo Torres Pérez, profesor e investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) en la Universidad de La Habana, afirmó que los ricos en el país rondan el 1% de la población nacional (unas 112.000 personas), que corresponden principalmente a altos funcionarios del Gobierno, pequeños empresarios, campesinos y artistas.
Por supuesto, existen muy pocos estudios sobre el tema y están extremadamente limitados en cuanto a muestra a evaluar, pues la administración siempre se ha dedicado a ocultar ese tipo de información, tan delicada para un estado comunista.
Sin embargo, el experto declaró que el hecho de que la gran mayoría de funcionarios no posean privilegios verdaderamente opulentos es porque, según cree, «Cuba es un país bastante pobre».
Además de una vivienda y un auto, un gran porcentaje de funcionarios no llevan un estilo de vida tan significativamente diferente, pero en cuanto dejen el cargo, pasarán a ser ciudadanos promedio y empezarán a preocuparse.
El economista aclara que la misma estructura económica del país diferencia las maneras de medir la riqueza.
El economista cubano explica que la propia estructura económica de Cuba diferencia ya las formas de medir la riqueza, ya que los privilegios no pueden monetizarse y el valor patrimonial se mide por la antigüedad de muchas posesiones.
Por su parte, el profesor de la Universidad Javeriana de Cali (Colombia), Mauricio De Miranda Parrondo, considera que la riqueza en la isla se cuantifica por la capacidad de disponer de privilegios que la mayoría no tiene a su alcance.
El experto recalca el hecho de que es imposible determinar con certeza las proporciones de la desigualdad.
De Miranda Parrondo coincide en que, si bien el sector privado puede aspirar a mejores salarios, el mismo se somete a un mayor control, así como que las reformas ampliaron los niveles de desigualdad entre los sueldos estatales y cuentapropistas.
El gran problema radica en que un país autoproclamado socialista hace exactamente 60 años tenga tales diferencias de accesibilidad y privilegios entre sus clases sociales, públicamente inexistentes.


