La aparición del virus de la COVID-19 en el panorama mundial y su posterior llegada a Cuba no pudo ser peor noticia para los arrendadores de casas y habitaciones a turistas, los que ya habían divisado una caída en sus ingresos desde el descenso de llegada de turistas de 2019 en comparación con 2018.
Rachel, dueña de un hostal en la Habana Vieja, llevaba un mes sin recibir clientes extranjeros antes de que se encontraran los primeros casos de la enfermedad en Cuba, en marzo del 2020.
Ella y su hermana (quien reside en Estados Unidos) decidieron invertir unos 200 mil dólares en este negocio en 2015, cuando el boom turístico cubano convirtió a La Habana en la nueva ciudad de moda a nivel mundial, y todavía no han podido recuperar ni el 15% de ese monto.
Desgraciadamente, la necesidad de obtener un sustento durante este año de cuarentenas y nasobucos convirtió a este elegante, cómodo y familiar recinto en un picadero por horas. Ahora Rachel ha tenido que resignarse a alquilar sus habitaciones para encuentros causales entre nacionales.
Admitió que nunca pensó en alquilar a cubanos porque suelen ser extremadamente poco cuidadosos con el lugar: rompen, ensucian, gritan, molestan, y encima suponen menos dinero.
Ella tuvo que bajar su tarifa a 10 dólares por noche, luego de cobrar de 35 a 40 dólares diarios por habitación durante años, pero esta estrategia no dio sus frutos porque, aún así, era demasiado caro para la clientela cubana, la que ya no podía permitirse tales lujos con la actual crisis económica nacional.
Elier, otro propietario de una casa de renta en Nuevo Vedado, solía ganar unos 4 mil o 6 mil dólares al mes alquilando únicamente a extranjeros. Tuvo también que recurrir al alquiler por horas y al de la piscina de 8:00 am a 8:00 pm. Estas actividades, tanto alquilar habitaciones por horas como la piscina, están prohibidas por las medidas implantadas para frenar la propagación de la enfermedad, aunque alquilar a nacionales por largos períodos de tiempo (y con la correspondiente licencia) está permitido.
Elier y Dámaso, vecinos, comparten clientela, aunque el último se mostró un poco reticente al cambio de alojamiento de lujo a posada temporal. Antes ganaban entre mil y dos mil dólares al mes, y ahora 10 cuando cae algún cliente.
Al igual que los de estos emprendedores, otros negocios de renta se han visto obligados a transformar el concepto inicial. Los rumores son de que las alrededor de 5 mil habitaciones que el emprendimiento privado aportaba al turismo quedarán excluidas de la reapertura de fronteras.
Se supone que la medida se justifique por intentar evitar el descontrol en los contagios, ya que los turistas tendrán que alojarse exclusivamente en hoteles pertenecientes al Estado cubano, en donde se les «garantiza» mejor cuidado y menos contacto con otras personas. Sin embargo, no ha sido confirmada su aplicación.
Lo cierto es muchas instituciones académicas presagian tiempos difíciles para el turismo internacional, de lo que se escaparán las afectaciones a pequeñas empresas como las casas de renta a extranjeros, entre otras.
