Un ingeniero mecánico cubano, llamado Adolfo Rivera, posee bajo su autoría una avioneta biplaza de motor en perfecto estado de funcionamiento y lista para volar, producto del arduo esfuerzo de 8 años y que ahora exhibe desde el garaje de su edificio en La Habana.
Rivera concedió una entrevista a la agencia The Associated Press, en la que aseguró que ninguna traba pudo desilusionarlo o impedir que continuara trabajando en su proyecto más ambicioso: ni la situación económica, ni la burocracia, ni el ‘qué dirán’.
Gracias a ser miembro de la Federación Cubana de Aviación Deportiva, la autorización de la Aeronáutica Civil para construir la aeronave le fue concedida en 2012.
Por supuesto, sin la ayuda económica que aportaron sus hijos, quienes residen en el extranjero, no hubiera sido posible llevar a cabo esta hazaña. Rivera solía regresar a Cuba de sus viajes familiares con el equipaje únicamente cargado de manuales, piezas y herramientas para conformar, poco a poco, esta avioneta. Esta, ahora que se encuentra finalizada, se estima que costó construirla unos 5.500 euros.
“Desde pequeño siento un amor inmenso por la aviación”, dijo Rivera el viernes mientras corría orgulloso el portón de metal en los bajos de su apartamento y mostraba la aeronave con su hélice mirando hacia la acera. “Yo sentía (escuchaba) un avión adonde vivía y salía corriendo a ver”, añadió rememorando su niñez.
Este no es el primer avión que Rivera fabrica, pues en su currículo consta que ha construido 9 aeronaves y más de un planeador.
El primero lo finalizó a finales de la década del 60, cuando aún no tenía ni 20 años de edad, pero nunca pudo volarlo porque no encontró tela para hacer las alas.
Rivera confesó que siempre ha tenido ambiciones muy grandes. Cuando vio el modelo de este avión motorizado y biplaza, sintió un deseo urgente por construirlo, pues también añoraba que fuera útil para la economía nacional, uno que sirviera para la fumigación, las inspecciones forestales, la defensa, etc.
El avión construido consiste en un biplaza de 9,2 metros de envergadura y 6 metros de longitud, cuya inspiración es el modelo norteamericano Cessna 152.
El proyecto podrá ser capaz de despegar a 61 km/h y planear durante dos horas ininterrumpidamente, volando a una velocidad máxima de 165 k/h debido a que su peso máximo es 400 kilos y consta de un motor austríaco de 64 cv.
Pese a lo difícil que resulta conseguir madera en Cuba, dicho material es el principal componente con el que fueron fabricadas tanto las alas como la cabina, aunque por ello el proceso de construcción ha demorado. Una carpintero capitalino confeccionó la hélice de dos palas a base de caoba y cedro.
Actualmente, Rivera solo espera que la pandemia del COVID-19 aminore para poder probar su aeronave en cielo abierto, puesto que logró todos los requerimientos y, sobre todo, superó todos los obstáculos que se interpusieron entre él y su sueño de volar.
