Una serie de impagos pone contra la pared el nivel de operaciones de la Unión Eléctrica de Cuba, así como el salario de los trabajadores y el bienestar en general de la empresa.
Un funcionario del sector de Santiago de Cuba, Héctor Sánchez, aclaró en la emisora radial local que, debido al período de gracia que el Estado otorgó para el abono de las facturas durante el 2020, se acumuló una deuda de 6,9 millones de CUP entre los más de 350.000 clientes de la sección residencial en Santiago de Cuba.
Con el objetivo de restituir la situación financiera de la empresa, se llevó a cabo un cronograma de recaudación, el cual contempló la dilatación de los horarios de las oficinas comerciales, en conjunto con variadas «facilidades» que proporcionan las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Sin embargo, la idea no fue suficiente para alcanzar la meta, por lo que las autoridades de la región decidieron emplear la Ley Eléctrica, que les permitió cortar el flujo eléctrico a 8.800 viviendas, que en otras épocas fueron considerado en forma de «apagones selectivos» contra individuos más desvalidos.
Las críticas se dispararon, las cuales han fluctuado intermitentemente desde que se anunció la «coyuntura», en septiembre de 2019.
Se pudo recolectar, hasta mediados del mes de diciembre, el 50% de la deuda y, pese a la insistencia de las autoridades de la energía cubanas, entre Palma Soriano, Contramaestre y el municipio principal, quedaron 3.500 clientes por pagar, los que tenían que abonar otros 4 millones de CUP al cierre del año 2020.
Una especialista de la Empresa Eléctrica, Liliana Rodríguez, afirmó que la Tarea Ordenamiento y la pandemia de coronavirus que azota al país, obligaría a la entidad a aplicar medidas radicales en este año 2021. Se planteó el suspender el servicio de los deudores y barrer con las ilegalidades existentes.
La compañera admitió que hay irregularidades con los estimados de consumo, y estos generan grandes defectos e insatisfacciones.
El director de la empresa en Santiago de Cuba, Leonel Ruiz, declaró que la población cubana está demasiado acostumbrada a los subsidios totalitarios del Estado y hay que afrontar que la situación mutó. No se reflexionó sobre los problemas sin solución que traería este ordenamiento.
Elvira, una residente del territorio, contactó al puesto de mando para intentar aminorar el altercado y llegar a un consenso, pero los maltratos que recibió redundaron en que las gratuidades se acabaron.
