El descontento crece con cada día en tierras taínas. Los nuevos precios instaurados dejan mucho que desear entre la población cubana, especialmente relacionado con un bien que, aunque marginado y tratado de escoria, se aprovecha siempre: el pan de la bodega.
Milagros Barrios, residente de Quivicán, comentó que el pueblo está exigiendo mayor calidad del pan, porque el precio es mayor pero el pan es el mismo. En su caso, son ocho personas en la libreta a las que les toca por derecho el pan todos los días y al mes le sale en 240 pesos cubanos (CUP), por lo que no piensa pagar si el producto no es bueno.
Con los comienzos de la implementación de las reformas económicas que corresponden a la Tarea Ordenamiento, el alimento de 80 g multiplicó su precio 20 veces.
El funcionario de la Empresa de Comercio y Gastronomía del municipio Quivicán, Raciel González, detalló que una suma de 200 unidades fueron devueltas al punto de venta alegando mala calidad y otras 6000 quedaron almacenados sin vender. Dijo, además, que buscarían alternativas para el sobrante, entregándolo a las procesadoras municipales para croquetas y hamburguesas.
Elena Gutiérrez, ama de casa de Bejucal, arremetió contra las reformas, argumentando que el pueblo tiene que exigir sus derechos y añadió que los vecinos de su barrio se pusieron de acuerdo para no adquirir el producto, pues si suben los precios, tendrán que responder con respeto y calidad.
Los mostradores de las bodegas y panaderías del municipio Bejucal se han quedado llenos de panes en el exhibidor, y los residentes del lugar agregaron que reconocerían si se les vende pan viejo, por si los establecimientos venden el excedente al otro día, porque enseguida se pone ácido y coge moho.
Con la unificación monetaria y la subida de precios, el pan de cuota de cinco centavos de peso pasó a valer un peso, el que valía 5 pesos, ahora vale 10, y el de 10, subió a 15.


