A solo horas de comenzar el proceso de desaparición del CUC en Cuba, ya la población comienza a sentirse en sus bolsillos el proceso de inflación de los precios, sobre todo en los alimentos, que ya se han disparado hasta alcanzar en algunos casos costos inalcanzables para la mayoría.
La reforma, anunciada a principios de este mes por el presidente Miguel Díaz-Canel, eliminará un complejo sistema de dos monedas y de tipos de cambio múltiples del país que cubre una serie de subsidios gubernamentales, fijando una tasa única de US$1 por 24 pesos.
Para reflejar la fuerte devaluación resultante y la reducción de subsidios, Cuba está elevando los precios de bienes y servicios desde el transporte hasta la electricidad. Además, quintuplicará pensiones y salarios en el sector estatal, que comprende a unos dos tercios de la población activa.
Sin embargo, el impacto inmediato continúa siendo un enigma preocupante para muchos cubanos que ya luchan por salir adelante en medio de la peor depresión del país en décadas, que ha estimulado una dolarización parcial de una economía dependiente de las importaciones y que tiene problemas de liquidez.
Las filas fuera de las tiendas por la escasez de productos básicos han crecido pues algunos cubanos se apresuran a comprar lo que puedan antes de que las medidas se pongan en marcha, mientras el valor del dólar en el mercado negro aumenta y los bancos siguen abrumados con las consultas.
«Se está complicando esto, así que estoy comprando lo que puedo», dijo Sulema Sotto Rojas, de 57 años, que trabaja en la limpieza de una empresa estatal, luego de levantarse a las cuatro de la mañana para hacer fila y comprar pollo.
Muchas empresas estatales que trabajan con un tipo de cambio de un peso por dólar probablemente no podrán sobrevivir al nuevo tipo de cambio de 24 a uno.
El Gobierno sostiene que les dará un año para ser competitivas, al subsidiarlas, aunque podría resultar muy poco, especialmente dada la débil economía mundial y la falta de capital de Cuba para mejorar su frágil infraestructura.
Un aumento de la demanda por bienes y servicios impulsado por los salarios en ausencia de un incremento de la oferta provocará inflación y más dificultades en una economía con un mercado negro floreciente.
«La subida de precios, evidentemente, va a generar inflación y esto es un purgante que hay que tomarse y analizar en que te benefician o perjudican», dijo el ingeniero Mauricio Alonso, quien renta habitaciones en su apartamento en La Habana.
Quienes tienen ahorros en moneda local o quienes trabajan en el sector no estatal corren el riesgo de sufrir pérdidas.
El Gobierno ha establecido límites a los precios de productos agrícolas y dijo que el incipiente sector privado no puede aumentar los precios más de tres veces. Cualquier precio por encima se considera «abusivo» y los infractores están sujetos a multas.
Los dueños de negocios privados en Cuba han dicho que necesitarán de tiempo para medir el impacto compensatorio de reformas recientes más pequeñas, como importar y exportar mediante empresas estatales y compensar sus costos con los impuestos.
Una incógnita que preocupa a los cubanos es el valor del dólar en el mercado negro, pues muchos productos incluso básicos ahora sólo se pueden encontrar en las tiendas de nuevos dólares o en moneda fuerte en el mercado informal abastecido por «mulas» del exterior.
La tasa del dólar en el mercado negro se ha apreciado a alrededor de 1,5 veces la oficial este año, dado que el dólar se ha vuelto prácticamente casi imposible de adquirir a través de instituciones financieras estatales.
«Los precios ya están subiendo en todas partes y no por la reforma monetaria, sino por la falta de dólares», dijo Maykel Suárez, propietaria de un taller de telefonía celular.
El Gobierno sostiene que las controvertidas tiendas en dólares son una solución temporal a la escasez de efectivo. Se espera que el presidente estadounidense electo, Joe Biden, flexibilice algunas sanciones vigentes contra Cuba, y que el turismo y el comercio se recuperen ligeramente en 2021.


