La severa escasez y el desabastecimiento que ha sufrido Cuba, especialmente este año, ha trastornado la mente del cubano, pero con razón, porque los mercados agropecuarios de La Habana y del todo el país muestran seria pauperización. Ya ni se pregunta «¿qué hay?» porque las respuestas son claras: nada o muy poco.
La palabra «no» abunda en todas las tablillas de precios y productos de los comercios de este tipo en la capital, como en el del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) de la calle Tulipán, en Nuevo Vedado. Y claro, como algunos responden a cooperativas privadas de alguna u otra manera, comparten también la política de ser reluctantes a aceptar CUC en sus establecimientos.
Como parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el EJT se dedica a la administración y dirección de granjas estatales.
El Período Especial hizo resurgir los espíritus innovadores más retraídos, debido a la gran precariedad con la que se vivía en el territorio nacional, y fue, como parte de las medidas que pretendían para ayudar a mitigar la crisis económica y el descontento poblacional, que surgieron los mercados agropecuarios del EJT, de los cuales quedan 26 comercios. La idea con este servicio es la de vender a la población productos a precios muy bajos teniendo en cuenta que, en realidad, le cuestan millones de pesos al país.
Estas entidades se caracterizan por la comercialización de viandas como plátano burro, yuca y boniato, los cuales no precisan de grandes requerimientos para transportarse, mientras que no despliegan vegetales, frutas o embutidos porque estos necesitan mayor cuidado. Es el desabastecimiento, sin embargo, lo que más interpone molestias, evidenciado en la cantidad de veces que se repite el monosílabo «no» junto a los productos de los que no hay oferta, entre los que se encuentran, por supuesto, los ingredientes que conformarán la cena de fin de año.
