Las obras de construcción en la isla han sido afectadas desde principios de año por una serie de factores concatenados, casi todos relacionados con el impacto del coronavirus en Cuba, pero existe una que se ha visto exenta del frenazo de la pandemia (provocado por variables como los problemas que acarrean la transportación de materiales, las cuarentenas o el riesgo de contagio de los obreros) y es la correspondiente al que será el hotel más alto del país: la torre López-Calleja.
Bautizado de esta manera por la población cubana con la imagen en mente del general y exyerno de Raúl Castro, el edificio se erige en de las zonas más céntricas de La Habana y del país, en El Vedado, y no parece haber enfrentado demoras y complicaciones irresolubles, evidenciándose en las luces rojas de las grúas, visibles día y noche, lo que indica que la obra no se detiene ni para la merienda.
El proyecto, el cual consiste en unos sólidos 42 niveles y una altura total de 154 metros, se comenzó a poner en marcha en el mes de diciembre de 2018 y atrae, a todas horas, las miradas de curiosidad de cuanta persona transite por la calle K, entre 23 y 25, dado el alboroto que conlleva el ruido de los albañiles, el paso de maquinaria pesada y las columnas que pronto rebasarán la valla perimetral.
La que fue por mucho tiempo una cantera baldía se ve ahora completamente circundada por un panel de chapas de acero y garitas de vigilancia en cada punto de interés, con la prohibición de que transeúntes hagan fotos a la construcción, a pesar de la inexistencia de señales de advertencia que indiquen tal medida. Según información proporcionada por vecinos que ven la evolución diaria de la obra y que comparten de vez en cuando con custodios y obreros, toda la construcción es principalmente impulsada por altos cargos militares del país, lo que justifica la gran seguridad que se le da a los materiales con los que cuenta y que en los rastros, es decir, para la población no están disponibles.
El calendario establecido para el proyecto, pese a la distinguible eficiencia que marca el proceso, muestra un ligero retraso, ya que debía haber estado listo el sótano y las áreas de acceso para el año pasado. La pandemia y las grandes precipitaciones del verano han influido directamente en algunas de las postergaciones que provocan un desfase leve del horario, pero las grúas de torre instaladas auguran la corrección del problema.
La «caja de zapatos» es uno de los denominativos satíricos para la «desgracia visual» que, sentencian algunos vecinos, será el hotel si no logra terminarse como se planea, así como un «gigante enano», circunstancia que se convirtió en realidad para otros edificios altos que ahora forman parte de la coherencia arquitectónica de dicha área de El Vedado.
