Este miércoles llegaron a Cuba siete locomotoras como parte de un convenio establecido entre la Isla y Rusia hace 4 años y que contempla un total de 75 máquinas. Se trata de locomotoras TGM-8KM, fabricadas por la empresa rusa Sinara Transport Machines (CTM), cuyo valor por cada una supera el millón de dólares.
De acuerdo a las declaraciones de Eduardo Rodríguez, ministro de Transporte de Cuba y encargado de recibir el cargamento en el puerto de La Habana, la llegada de estas locomotoras a Cuba coloca al ferrocarril de la Isla en una mejor posición a la hora de enfrentar «los retos del transporte».
Anterior a este envío, la CTM ya había enviado a Cuba 53 máquinas, lo que significa que con las 15 que llegarán a la Isla a finales del año próximo ya se cumplirá el acuerdo pactado.
Según se ha podido conocer, la CTM mantiene en Cuba un grupo especializado en la asistencia técnica y mantenimiento de estas locomotoras de forma permanente, lo cual propiciará que las máquinas no ceses su funcionamiento.
Alexander Bogatyr, representante comercial de Rusia en Cuba, lamentó que las restricciones por la pandemia de coronavirus COVID-19 hayan provocado que este año solamente se haya podido realizar un solo envío, lo cual repercutirá en los tiempos de entrega de las 15 locomotoras restantes. A su vez, recordó que existe otro convenio entre Cuba y Rusia para modernizar el sistema ferroviario cubano.
Sin embargo, entre los empleados de la Unión de Ferrocarriles de Cuba la noticia de la llegada de las nuevas locomotoras no ha sido recibida con mucha alegría.
«Son altos consumidores de combustible. En comparación con otras locomotoras del mercado demandan gran cantidad de combustible para su funcionamiento y ya se sabe que ese es un problema aquí, porque el suministro que tenemos no siempre es estable», reconoce un maquinista que habló con nuestra redacción bajo condición de anonimato.
«La mayoría de las que han llegado hasta ahora se están usando en el transporte de carga, porque no tenemos suficientes coches para la transportación de pasajeros y los que hay están en mal estado», detalla el maquinista. «Incluso la mayoría de las locomotoras rusas que han llegado hasta ahora son de mediano porte y eso limita su uso en cargas».
En octubre de 2019, la compañía RZD firmó un contrato para la restauración y modernización de la infraestructura ferroviaria en Cuba, por un valor de 2.314 millones de dólares y financiado íntegramente por Rusia. El proyecto prevé el diseño, la reparación y la modernización de más de 1.000 kilómetros de la infraestructura ferroviaria de la Isla con equipamientos y materiales rusos.
Rusia es uno de los diez primeros socios comerciales de Cuba, que define su asociación con ese país como «estratégica». A principios de este año, el embajador de Rusia en Cuba, Andrei Guskov, anunció préstamos por un valor superior a los 1.000 millones de euros.
En los últimos años, ambos países han dado un impulso a su relación bilateral para restablecer la estrecha cooperación que mantenían antes de la desaparición de la Unión Soviética con la firma de acuerdos de cooperación económica, así como intercambios políticos y visitas de alto nivel.
Guskov dijo entonces confiar en que los fondos invertidos se recuperarían a través de la cancelación de créditos, aunque la sombra del impago ya se cierne sobre la operación. Cabrisas tuvo que explicar el pasado septiembre que el retraso de los pagos se debe, como todo, al embargo de EE UU y la pandemia del coronavirus y que La Habana confía en cumplir sus compromisos en un futuro.


