Ya es notable la inflación en cuanto a precios en todo el país a causa de la expectativa de una subida de salarios por la llamada «Tarea Ordenamiento» que prepara el Gobierno cubano. La incertidumbre sobre la fecha de ejecución de dicho plan es criticada por los ciudadanos.
Los comerciantes están impacientes sobre el “día cero”, pero todo el mundo conoce que los precios se pondrán por las nubes de un momento a otro y los salarios no serán suficientes. La influencia del proceso de unificación monetaria se suma al abastecimiento, que se ha agudizado en los últimos años y también ha hecho subir los precios.
Los propios vendedores ya explican que los precios han aumentado en un 25 y 50%.
Es en el mercado informal donde más rápido se manifiestan las tendencias de la economía cubana, porque a él acude el pueblo en el día a día. Es allí donde la población debe buscar más de la mitad de sus suministros alimenticios básicos y un porcentaje mucho mayor de los bienes y servicios que necesita.
Diversos economistas y críticos del modelo político-económico imperante en Cuba han cuestionado la viabilidad de la «Tarea Ordenamiento» en las condiciones de precariedad imperantes actualmente en la Isla.
Una economía endeudada, carente de fuentes de financiamiento y que no libera sus fuerzas productivas ni mejora su balanza comercial es la principal problemática por la que no resulta conveniente llevar a cabo este proceso en este momento, a pesar del consenso en la necesidad de hacer cambios.
El pueblo cubano no logra comprender por qué el Gobierno quiere hacer un cambio tan drástico, que afectará con dureza a la población, cuando la economía se encuentra en muy desmejoradas condiciones debido a la pandemia de COVID-19 y acarreó la paralización casi total del turismo durante meses.
Una respuesta económica equilibrada es improbable tras un plan tan ambicioso y forzado, que entre otras cosas implica quintuplicar el volumen de dinero puesto en circulación solo por concepto de salario, mientras los mercados permanecen sin ofertas.


