Con la tan ansiada reanudación de las operaciones aéreas del Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana, han comenzado a llegar las primeras quejas con respecto al trabajo de la Aduana General de la República, cuyos oficiales decomisan buena parte de la carga con la que llegan los viajeros al país para ayudar a sus familiares y amigos que sufren la crisis económica y el desabastecimiento.
“Parecían bestias salvajes”, escribió en Facebook Marilin González Rodríguez al describir la llegada de su esposo desde España. “Fueron momentos tensos, dice mi marido. Señoras mayores llorando. No hubo perdón, parecían bestias salvajes”, relató González.
Uno de los trabajos más codiciados en La Habana, debido al nivel de corrupción que impera, es precisamente el ser oficial de la Aduana General, o al menos trabajar en el aeropuerto.
“Desde que llegas al aeropuerto te están pidiendo dinero o sugiriendo que si les das $20, $40 o $60 pasas el sistema de revisión sin que te quiten nada. Es muy estresante porque tienen poder para decomisarte lo que con sacrificio llevas a tu familia”, comentó Yoriel, un cubano que regresó a su tierra natal el pasado domingo.
“Sobrepeso en el equipaje o llevar productos repetidos puede volverse un problema. Los agentes de la Aduana viven de eso, de lo que nos quitan a nosotros los que vivimos fuera. Después esos productos los venden o los consumen sus familiares”, añadió.
Yoriel, cuya familia vive en Santa Clara, reside en Estados Unidos y desde hace unos siete años que viaja a Cuba a ver sus seres queridos. Se experiencia al poner un pie en su tierra fue similar a la del esposo de González.
“El problema con la aduana es que hay muchísimas normas y regulaciones. De cualquiera de esas se aprovechan para quitarte los productos o hacerte pagar más por lo que llevas. A mí me quitaron cinco paquetes de café y una botella de aceite de oliva que llevaba para mis padres”, comentó.


